Los recuerdos de «un chaval de La Tejerona» que lleva «a Ceares en la sangre»
Ángel M. González, director de EL COMERCIO, reclamó en el pregón de las fiestas del barrio que se recupere el Hogar del Productor
Las fiestas populares de Ceares transmiten la seña de identidad del barrio, de sus vecinos y de una manera de entender la vida que no sólo no quieren perder, sino que desde la asociación vecinal y del club de fútbol local están empeñados en potenciar. Ese mismo sentimiento es el que transmitió ayer Ángel M. González, director de EL COMERCIO, durante su pregón de las fiestas de Ceares en el campo de La Cruz. Se confesó «un chaval de La Tejerona. Un guaje que pasó sus primeros 18 años sin salir del barrio», pero que, a pesar de todo el tiempo transcurrido, «llevo a Ceares en la sangre».
Corazón, memoria y agradecimiento fueron tres constantes en un pregón que le rememoró «aquella época de imágenes en blanco y negro, en la que crecí y me fui haciendo paisano de la mano de mis padres, a la vera de mis hermanos, de mis amigos de infancia y de un vecindario que fue, sin lugar a duda, el mejor que he podido tener». Y es que Ángel M. González tiene muy profundas sus raíces en Ceares. Es «la tercera generación», después de que sus abuelos Celesto y Ángeles tuvieran una pequeña casa «al lado del Bar Chingarra». También habló el director de EL COMERCIO de su madre, Ángeles, «una praviana que se enamoró de mi padre y de Gijón». Pero además rememoró sus andaduras con la maestra de preescolar, la señorita Ofelia; el inicio de Primaria en la 'Escuelona', a la espera de que se terminara de construir el Manuel Rubio; profesores como don Arturo y don Luis, y los párrocos de Ceares como don Antonio y don José Luis.
Y es que para Ángel M. González, en Ceares «encontré la libertad» que le dieron sus padres, pero también «la felicidad. La que me dio la calle y que me sigue uniendo a mis amigos a pesar de las distancias». Habló de todos sus recuerdos de esos años; desde el olor de los amagüestos hasta el chirrido de las ruedas de los carros tirados por bueyes o las horas y horas de juegos en la calle con el resto de chavalería del barrio. Pero también hubo momento para la reivindicación, ante el deplorable estado en el que se encuentra en la actualidad el Hogar del Productor. «Qué pena da ver el estado del hogar ahora, deteriorándose sin uso una obra del prestigio del gran arquitecto gijones Díaz Negrete», lamentó. Por ello, aprovechó para hacer una llamada «al Ayuntamiento para que mire más por este barrio y recupere, de una vez por todas, este patrimonio histórico, colectivo y sentimental con el fin de que vuelva a recobrar la vida social, cultural y de ocio que tenía, para disfrute de todo el vecindario».
Y como no podía ser de otra manera, Ángel M. González también tuvo un recuerdo para la influencia que tuvieron en él figuras como Jovellanos y Francisco Carantoña. Y especialmente éste último, quien fuera director de EL COMERCIO desde 1954 hasta 1995 y del que se confesó «un discípulo declarado que lleva las riendas de su periódico».
Teyera exemplar
Por otro lado, se aprovechó para reconocer como 'Teyera exemplar' a Nori Turrado, que durante 50 años estuvo al frente del Bar Turrado, en la calle de La Paz, y que acaba de dejarlo. Recordó a sus padres, quienes pusieron el negocio en marcha y «me enseñaron a llevarlo de manera humilde y servicial». Es más, reconoció que «no tenía clientes, sino amigos». La organización le obsequió con una teja conmemorativa y un ramo de flores, justo antes de la actuación del grupo de pandereteras de Ceares y de la espera comida popular. Ya por la tarde-noche la música fue la protagonistas en La Cruz.