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Las instalaciones de La Reguerona, en Aboño, con el gasómetro en el que se almacena el gas procedente de la digestión de fangos. Arnaldo García

La Reguerona, en Gijón, concluye 10 años de trámites y obras para mejorar la depuración de aguas

El Ministerio parala Transición Ecológica entrega este lunes al Principado las renovadas instalaciones de la EDAR Oeste tras una inversión de más de 15 millones de euros

Iván Villar

Gijón

Lunes, 15 de septiembre 2025, 06:45

Una media de 137.376 metros cúbicos de agua (el equivalente a 1.590 litros por segundo, con picos de hasta 2.300) está capacitada ... para recibir y tratar la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Aboño, conocida popularmente como La Reguerona y concebida para atender al equivalente a una población de más de 150.000 habitantes (incluyendo los usos ganaderos e industriales), correspondiente a la zona oeste de Gijón y al concejo de Carreño. Y este lunes, después de una década de trámites y obras cuyos resultados llevan meses a prueba, pondrá punto final a un proceso que, previa inversión de más de 15 millones de euros, le permite alcanzar los parámetros que marca la normativa europea para el efluente que acaba llegando al mar Cantábrico a través del emisario submarino.

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Tras su paso por la depuradora, el agua lleva ahora una concentración de sólidos en suspensión inferior a los 35 miligramos por litro, restos orgánicos por debajo de los 25 miligramos por litro (medida en 'demanda bioquímica de oxígeno' o DBO5, en referencia al oxígeno que necesitan los microorganismos para descomponerla en un plazo de cinco días) y menos de mil unidades de coliformes fecales por cada 100 mililitros. Las mejoras, acometidas tanto en la línea de aguas, como en la de tratamiento de fangos y en la eliminación de olores, corrieron a cargo del Ministerio para la Transición Ecológica, al tratarse de una instalación considerada de interés general del Estado. Y testados ya sus resultados, este lunes tendrá lugar su entrega al Principado –que a su vez traspasará su gestión a la Empresa Municipal de Aguas– en un acto que contará con la presencia, entre otras autoridades, del secretario de Estado de Medio Ambiente, el asturiano Hugo Morán.

Cambio de criterio

Cuando fue proyectada en 1999 –y posteriormente inaugurada en julio de 2005–, La Reguerona se diseñó contemplando un tratamiento «menos riguroso», dado que las aguas depuradas acabarían en un medio acuático que fue calificado, a efectos de la directiva europea sobre aguas residuales urbanas, como «zona menos sensible». Para ello se tuvieron en cuenta cuestiones como que «el mar Cantábrico se puede considerar como un gran reactor biológico en el que la contaminación orgánica puede ser perfectamente asimilada sin menoscabo de la calidad general del medio». Aún así, se fue un paso por encima del mínimo que marcaba la normativa comunitaria, incluyendo en las instalaciones «un tratamiento biológico de alta carga». En el año 2000, no obstante, el Principado logró que la consideración de las aguas marinas asturianas pasara a ser la de «zona normal», que requiere unos mayores parámetros de calidad para las aguas depuradas que acaban en ellas.

En abril de 2015 se autorizó la contratación del anteproyecto para la mejora de la EDAR, cuya redacción fue adjudicada en julio de 2016 a Byo Ingenieros. Y sobre la base de ese documento, en 2019 se licitó de manera conjunta la elaboración del proyecto y la ejecución de las obras, cuyo contrato fue formalizado en noviembre de 2020 con una unión temporal de empresas formada por Copasa, Pesa y OCA a la que se le dieron 26 meses de plazo para completar los trabajos. Finalmente la obra arrancó en septiembre de 2021 y se dio por concluida el pasado mes de marzo, cuando comenzaron las pruebas que ahora permiten su entrega al Principado.

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Tratamiento biológico

Una de las actuaciones más destacadas ha sido la ampliación del número de reactores biológicos, que son las balsas en las que se favorece el desarrollo de microorganismos para que degraden la materia orgánica que hay en suspensión en el agua. En concreto se pasó de dos a cuatro, remodelando los que ya existían y ocupando dos de las seis balsas que hasta ahora se habían utilizado para el proceso secundario de decantación –en el que el agua se deja estancada para que los elementos sólidos se depositen en el fondo por su propio peso–. Además se puso en marcha, en un tanque de tormentas sin uso, un tratamiento terciario con microfiltros que atrapan cualquier sustancia sólida superior a 20 micras y un proceso de desinfección mediante radiación ultravioleta.

También se remodelaron las instalaciones para la deshidratación de fangos, se construyó un nuevo silo para albergarlos y se construyó un edificio para su tamizado que sirve además como taller y almacén.

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