«La renta social se usó como arma arrojadiza y eso ha ido en su perjuicio»
Héctor Colunga, presidente de la Red Europea contra la Pobreza y director de Mar de Niebla: «La pobreza se hereda. La red de protección de Asturias minimiza el golpe, pero hay mucha gente con una perspectiva muy complicada»
AIDA COLLADO
GIJÓN.
Domingo, 28 de octubre 2018, 01:57
Héctor Colunga (Gijón, 1981) se contagió de esperanza con el movimiento asociativo de la ciudad a unos tiernos trece años y aún no ha encontrado cura. Coordinó el proyecto de Abierto Hasta el Amanecer, trabajó en el ámbito social-juvenil de Barcelona y volvió a la región para coger las riendas de Mar de Niebla, entidad que dirige desde 2011. Hace muy poco asumió la presidencia de la Red Europea contra la Pobreza, que acaba de presentar sus conclusiones.
-Más de 178.000 asturianos están en riesgo de exclusión. Y, aún así, supone una mejoría. ¿Cuál es la evolución?
-En estos dos últimos años ha habido un descenso de personas en riesgo de exclusión y pobreza. Pero si lo comparas con 2008, los niveles son muy similares. Hablamos de una bolsa de personas en riesgo de exclusión tremendamente alta, que supone un 17,2% de los asturianos. Aunque estamos por debajo de la media nacional, que alcanza el 26,6%. Lo más significativo de este informe es que lo que ha aumentado es el número de personas que están en situación de pobreza severa. Se ha pasado de un 2% en 2008 al 5,5% en 2017. Eso sí es un dato preocupante. La pobreza severa afecta a más de 57.000 asturianos.
-Ha pasado la crisis y esos 57.000 asturianos viven con menos de 355 euros al mes. Vaya perspectivas...
-Hay datos que hablan de mejoras a nivel macroeconómico, de la caída del desempleo... pero cuando se generan bolsas de desigualdad, los que viven peor tienen mucho más difícil salir de la crisis. Una de las peores cosas que tiene la desigualdad es que es hereditaria, pasa de padres a hijos. Es una espiral muy difícil de romper con los recursos que tenemos ahora. En Asturias, dentro de lo que cabe, tenemos una red de protección que minimiza el golpe, pero aún así hablamos de muchísima gente con una perspectiva de futuro muy complicada. Porque el sistema actual sigue la lógica de que las personas saldrán de esta situación cuando encuentren un empleo, pero cuando los empleos son precarios o un 14% de los trabajadores continúan en riesgo de exclusión se rompen los esquemas.
-Se habla mucho de los efectos catastróficos de elevar el salario mínimo a 900 euros. Hay quien habla de la destrucción de miles de puestos de trabajo.
-La destrucción de puestos de trabajo se estaba produciendo igualmente. Al final una sociedad tiene que apostar por unos empleos dignos y de calidad. Tú no puedes tener un marco de relaciones laborales que impida que las personas puedan vivir dignamente. Que el salario minímo interprofesional tienda a estar cada vez más dignificado y los mecanismos de protección sean mejores son avances interesantes, orientados a ayudar a las personas.
-Además del trabajador pobre, existe otra figura: el pensionista pobre. El 25% de las pensiones están por debajo del umbral de la pobreza.
-Es altamente preocupante. El sistema de garantía de las pensiones consiste en que cuando finaliza tu vida laboral puedes tener una vida digna aunque ya no obtengas rentas del trabajo, pero si no es así el escenario que se abre es tremendo. Además, muchas de estas pensiones son no contributivas, de gente que sí trabajó pero no la aseguraron, o pensiones de viudedad, que cobran mayoritariamente las mujeres.
-¿Son las más perjudicadas?
-El informe denota que el hecho de ser mujer genera más riesgo. Dentro de las familias monoparentales en riesgo de exclusión, el 85% son mujeres. Hay muchos datos que alertan de una sociedad muy desigual. No estamos dando con la tecla para poder romper con esto, que es la tónica de nuestro modelo social. Muchas veces se critica el salario social, porque la gente no es consciente de que ese derecho subjetivo que está reconocido en Asturias no te salva de una situación de riesgo, no te saca del umbral de la pobreza, solo evita una situación de pobreza severa.
-Una pirámide poblacional invertida y el meter mano a la hucha pone en riesgo la viabilidad del sistema público de pensiones. ¿Qué pasaría si colapsa? Algunos partidos hablan maravillas de los planes privados.
-Sería un desastre. Al final, toda sociedad se tiene que constituir en base a unos valores de solidaridad. Las pensiones son un derecho que otros ciudadanos te ayudan a obtener por haber contribuido a la caja de todos, de donde sale la educación pública, las carreteras... Cuando dejas en manos privadas los derechos sociales, al final solo podrán acceder a ellos quienes tengan capacidad económica. Me parece abrir una puerta muy peligrosa. Los valores que nos deberían servir como sociedad se están poniendo mucho en tela de juicio. En países muy desarrollados no ocurre esto, no se pone en duda la fiscalidad, los derechos sociales o sistema educativo.
-En Gijón ha habido una gran polémica con la renta social, con fuego cruzado entre sus defensores y quienes la consideran una medida fallida. ¿Usted qué piensa?
-Es difícil evaluarlo, porque una medida tiene que ejecutarse un tiempo para analizar su impacto. En solo un año es muy difícil hacerlo. Es cierto que se ha utilizado como arma arrojadiza entre los partidos y eso ha ido en perjuicio de la propia propuesta. Ocurre lo mismo con el salario social. Los partidos deberían de ser capaces de anteponer los intereses de la sociedad. Dicho esto: ¿Qué pasa con la renta? En primer lugar, que no es una renta, es una línea más de subvención para quienes tienen una situación socioeconómica frágil. Algo interesante de esta medida es que buscaba diferenciar entre las personas que necesitan acompañamiento económico y aquellas que además necesitan acompañamiento social. También es importante tener claro el enfoque: hay que encontrar una manera de que sea el Estado el que garantice los derechos sociales, porque si no van a depender de dónde se nace. La renta social no es la solución a todo ni lo peor que se ha podido hacer.
-Mientras se paralizan las ayudas al alquiler, algunos grupos advierten de que la labor de la Fundación Municipal de Vivienda es más necesaria que nunca ante el aumento de desahucios.
-La vivienda está reconocida como un derecho, pero tiene que normativizarse. Tenemos un problema grave por falta de vivienda pública, mucho más abundante en países como Suiza. Uno de los problemas que existen respecto al acceso a la vivienda es que no encontramos organismos de intermediación entre quienes necesitan alquilar y los propietarios, que muchas veces temen al impago. Es necesario que la administración equilibre esto, lidere procesos que ofrezcan garantías y tanto Emvisa como Vipasa juegan un papel importante.
Escenario de prórroga
-¿Para poner en marcha políticas de inclusión es imprescindible aprobar unos presupuestos?
-Estamos tan inmunizados por los últimos años a los distintos escenarios que se pueden dar que al final yo creo que lo que realmente se necesita es voluntad de hacer cosas. Con unos presupuestos, el dinosaurio de la administración funciona mejor, pero si no hay ganas de hacer cosas da igual. Este año es difícil que se alcancen acuerdos, porque el próximo habrá elecciones.
-También es el director de Mar de Niebla, que cumple 14 años. ¿Con buena salud?
-Ahí vamos. En la adolescencia. Mar de Niebla es una organización muy activa. Ha sido complejo, nos hemos volcado en un desarrollo de intervención comunitaria en la zona Oeste de la ciudad. Poco a poco y con mucha humildad y el apoyo de la gente estamos generando un proyecto de protección muy bonito para las personas que viven aquí. Puede servir de inspiración para que otros territorios y otras entidades se animen a recorrer esta senda.
-Un granito de arena lo pondrán los participantes en la VI Marcha Familiar 'Gijón Solidario', que organiza EL COMERCIO y cuyos beneficios irán destinados a su entidad.
-Un granazo de arena. Somos una entidad pequeña y esto es una gran oportunidad, no solo por los recursos económicos que necesitamos y nos están llegando, sino también por la visibilidad que nos da. Es una oportunidad para explicar a quienes vayan a la marcha del 11 de noviembre lo que queremos hacer.