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Retrato del general Canella, publicado en 'La Ilustración Artística'.
La salutación de Borja Canella
1896: Hace 25 años

La salutación de Borja Canella

El Regimiento del Príncipe recibió, a su llegada a Cuba, la bienvenida de un héroe de guerra de noble familia asturiana

arantxa margolles

Martes, 5 de enero 2021, 01:57

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Si en la memoria de todos queda aún el nombre de Fermín Canella Secades, cronista que fue de Asturias, senador y rector de la Universidad de Oviedo, tanto o más hablan los periódicos del fin de siglo de su hermano Borja, general y héroe de guerra. Ya lo era en el momento en que EL COMERCIO publicó, hace hoy ciento veinticinco años, la transcripción del discurso con el que el ovetense saludó al batallón del Príncipe, llegado a Guantánamo a principios del mes anterior. «Mi satisfacción es inmensa», leemos, de las palabras del famoso general, paisano de los soldados. «Venís de Asturias, cuna de la unidad de la patria y de la Monarquía española, bajo el amparo de aquella virgen milagrosa de Covadonga».

Por ella, decía Canella que los soldados habían sido bendecidos «antes de vuestra partida». En un discurso convenientemente belicista e instigador de valentía -era la de Cuba una empresa difícil, que estaba cada vez más cerca de perderse-, el general advirtió a sus compatriotas sobre «el enemigo rastrero que en los montes se oculta». «Ha de arredrar». Con la inestimable ayuda del 'amigo americano' no lo hizo, pero eso aún no se preveía en una guerra que hacía pocos meses había vivido una de las grandes victorias para el bando español: la del Sao del Indio.

Fue en agosto de 1895. La victoria sobre las tropas de los hermanos Maceo, que contaban con más de tres mil hombres de los que resultaron casi cuarenta muertos, y la pericia mostrada sobre el terreno por un militar que ya peinaba ciertas canas -Borja Canella nació en 1847-, hizo que el asturiano obtuviera el rango de general de brigada con el que ya contaba en el momento de la salutación al Regimiento del Príncipe. Pronto se sumarían las batallas del campamento de La Piedra; la de El Palmito, que le valió la Cruz Laureada de San Fernando; las de la Candelaria y el Pozo Hondo y, con todo un cúmulo de victorias, la retirada. Canella volvió a Asturias aquel mismo año de 1896, un par antes de que España sufriera una derrota tan humillante que, aún a día de hoy, la seguimos definiendo como «desastre». Pero eso... eso ya es otra historia.

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