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«El tiempo para salvar a alguien atragantado con una uva son más o menos tres minutos»

Su tamaño «coincide con el del tubo respiratorio y lo tapona como un corcho a una botella», explica Faustino Núñez Batalla, otorrino del HUCA

LAURA MAYORDOMO

GIJÓN.

Miércoles, 2 de enero 2019, 04:24

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Comer uvas enteras -con piel y pepitas- es la tercera causa de asfixia en menores de cinco años. Esa es la principal razón de que la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) advirtiera hace tan solo unos días del riesgo de atragantamiento o asfixia en niños de corta edad y recomendara que los más pequeños de la casa no participaran en Nochevieja de esta tradición. «Por su forma y textura, las uvas pueden obstruir las vías respiratorias y provocar una situación de peligro que puede llevar incluso a la muerte si no se actúa a tiempo», se insistía en el comunicado que la SEORL difundió el pasado 27 de diciembre.

La fatalidad quiso que apenas cuatro días después, esa remota posibilidad se materializara en un terrible suceso ocurrido en Gijón. El del pequeño Thiago Leonel Guamán, de tres años, es el primer caso de estas características que le consta en Asturias al médico Faustino Núñez Batalla, del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

El riesgo de las uvas, insiste Núñez, es su forma redondeada, su textura lisa -que facilita que, en un momento dado, pueda «escapar de la boca a la garganta de forma inadvertida»- y un tamaño que «coincide con el del tubo respiratorio, pudiendo taponarlo como haría un corcho en una botella», explica de manera muy gráfica.

De ahí, apunta, la necesaria prevención a la que la Sociedad Española de Otorrinolaringología hacía referencia en su comunicado, «que algunos tacharon de alarmista, pero que a la vista de lo ocurrido era más que pertinente». En él, no solo se hacía referencia a los posibles riesgos para los menores de cinco años, sino también para los mayores de 65. Sobre todo si éstos presentan trastornos de deglución, como la disfagia.

Porque salvar la vida de una persona que ha sufrido un atragantamiento con, por ejemplo, una uva requiere de una rápida y certera intervención. No hay más margen de actuación que «tres minutos, más o menos», señala Núñez Batalla.

Maniobra de Heimlich

Si ocurre un atragantamiento, en un primer momento puede que se solucione solo gracias a la tos originada por la aspiración. En muchas ocasiones es efectiva y consigue expulsar el elemento que provoca la obstrucción. «Es un mecanismo de defensa para expulsar un objeto extraño», abunda el doctor Raimundo Gutiérrez Fonseca, vicesecretario general de la SEORL-CCC. Sin embargo no siempre sucede así.

¿Qué hacer en ese caso? «Lo primero sería llamar al servicio de emergencias mientras otra persona intenta desatascar el cuerpo extraño alojado en la vía aérea», apunta Faustino Núñez Batalla. Para ello, es preciso saber realizar la maniobra de Heimlich, también llamada de compresión abdominal. Consiste en aplicar una presión brusca a nivel del abdomen superior para provocar una salida de aire hacia la tráquea y la laringe que facilite la expulsión del trozo de comida atascado.

En el caso de los niños de corta edad, las uvas no son las únicas responsables de los atragantamientos. Especialmente peligrosos son los frutos secos. También los juguetes o las piezas pequeñas de éstos, así como los globos, «todos ellos muy presentes en estas fechas», indica Gutiérrez Fonseca. Los expertos prohíben dar a los niños menores de tres años cualquier tipo de fruto seco sin moler y recomiendan no hacerlo hasta los cinco o seis años, por el alto riesgo que existe de atragantamiento y asfixia.

«La deglución es un proceso de aprendizaje, hay que introducir alimentos que puedan expulsarse con la tos», subraya el otorrino del HUCA. Núñez Batalla insiste en la necesidad de implementar medidas de educación sanitaria para concienciar a los adultos de que «es una temeridad» dejar al alcance de los menores de cinco años frutos secos o alimentos no cocidos, como trozos de zanahoria o garbanzos. Además, «es muy importante acompañar a los niños cuando se les introducen nuevos alimentos y nuevas texturas. Hay que enseñarles que deben comer sentados y masticar correctamente», subraya.

Prevención

La mayor parte de los atragantamientos infantiles se producen en menores de dos años. «Es en esta franja de edad cuando aún no tienen los dientes desarrollados, el sistema deglutorio del niño es inmaduro y la posibilidad de que una parte de un alimento o cuerpo extraño pase a la vía respiratoria es más alta», comenta el vicesecretario general de la Sociedad Española de Otorrinolaringología.

La mejor medida contra los ahogamientos es la prevención. Lo principal es dejar fuera de su alcance todos aquellos juguetes o alimentos que, de ser llevados a la boca, podrían ocasionar un atragantamiento. Hay una forma efectiva de determinarlo: «Cualquier objeto que pueda entrar por el interior de un rollo de papel higiénico no debe estar expuesto al niño, sobre todo entre los menores de tres años», sugiere el doctor Gutiérrez Fonseca.

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