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Vecinos del barrio de Pumarín posan delante de la sede de la asociación vecinal Severo Ochoa. Foto: Paloma Ucha / Vídeo: Diego Abejón

Torres, zonas verdes y buen rollo

Tranquilidad. Pese a ser uno de los barrios más poblados, con 17.000 vecinos, «no hay problemas de seguridad» pero sí de aparcamientos

Jueves, 5 de junio 2025

s uno de los barrios más antiguos de Gijón. Entre sus viviendas, donde destacan las Mil Quinientas, dejan entrever amplios patios y zonas verdes donde los vecinos disfrutan paseando por ellas, jugando con un balón o simplemente sentados en los bancos observando la tranquilidad que se respira. Se trata de Pumarín. Cuenta con 17.000 vecinos y la media de edad es alta. Aún así, no faltan los colegios ni los parques para los más pequeños disfruten.

Como explica Roberto Devesa, presidente de la asociación vecinal Severo Ochoa de Pumarín, esta desigualdad en las edades «no tiene por qué ser mala», ya que se da felizmente «la ayuda intergeneracional. Muchas son familias que se conocen de toda la vida», destaca. Ejemplo de ello es la vocal de la asociación, que vive sola y en ocasiones precisa que le echen una mano. «Tuve mucha suerte porque tengo con quien contar. Ante cualquier problema siempre están disponibles», afirma.

Una de las misiones de la asociación son los cursos. Vainicas, manualidades, pintura, pilates, taller de memoria e incluso defensa personal. «Para todos los públicos», resalta Devesa, pero pensando siempre «en combatir la soledad no deseada porque somos un barrio envejecido.

Además del apoyo entre los vecinos, Pumarín «tiene todo al alcance de la mano: supermercados, tiendas...», señala María Josefa Ferrero, que lleva 44 años afincada. Aunque la llegada de las grandes superficies hizo que poco a poco «se perdiera esa esencia de tiendas de barrio», lamenta Devesa. El presidente recuerda cuando la calle Aragón «se equiparaba a Corrida». Farmacias, tiendas de ropa, librerías... «Había de todo», reitera. Ahora, esos locales se encuentran vacíos y generan «una gran suciedad», afea la vecina Manuela Riera. «Los dueños debería acudir a limpiar de vez en cuando porque da mucha pena ver esta suciedad». En esta línea, señala también los excrementos de las mascotas. «Los dueños deben recoger lo que sus perros siembran», pide. A favor señala «el gran transporte público que hay en la zona. Es estupendo», elogia. Y si se prefiere caminar, «en 10 ó 20 minutos llegas al centro», afirma Riera.

Por contra, la parte mala es para aquellos vecinos que utilizan el coche. «Aparcar sin garaje es misión imposible», declara Germán López. Alude a la necesidad de que «bajen los precios» de las plazas de garaje o que los coches «no ocupen tres plazas de aparcamiento». Actualmente, la asociación tiene aprobado el repintado de las plazas de aparcamiento para que este problema sea agua pasada.

«Las aceras hacen 'clin,clon'»

A sus 76 años, López lleva ya 47 en el barrio. «Es un barrio obrero y comparto la forma de pensar que hay aquí». Algo que hizo que nunca planteara moverse de la calle Baleares, lugar donde vive.

Otra queja a la que hace mención es a las furgonetas «que aparcan en las esquinas y que impiden la visibilidad en los pasos de cebra». Sobre los vehículos, Devesa añade que «hay coches abandonados». Esta es la queja que repite a la Policía Local cada mes. «No tenemos problemas de violencia, es un barrio muy tranquilo. Solo hablo de esta queja y de las aceras, que están destrozadas». Esto le costó a Ferrero una prótesis de cadera tras tropezar con una de ellas y caer. «Siempre voy con la cabeza mirando al suelo porque tengo mucho miedo de volver a caerme. Caminar por aquí es como ir tocando el piano porque te apoyas en las baldosas y suena 'clin, clon'. ¡Están completamente sueltas!», critica.

Aún así, la asociación vecinal celebra sus logros. Hace menos de un mes han estrenado bancos en toda la calle de Severo Ochoa. «Eran muy necesarios, es una acera muy larga y de mucho tránsito en la que concurre mucha gente mayor. A veces necesitan parar cinco minutos a descansar», explica Devesa, muy alegre de haber conseguido también un paso de cebra entre El Corte Inglés y el Centro Municipal de Pumarín. «Era un tema de seguridad, ahora estamos más tranquilos», confirma. Pendiente queda la limpieza de las esculturas del parque Severo Ochoa. «Hay pintadas y están sucias. Es una pena porque todos los niños del barrio juega ahí y desluce», indica. Además, quiere poner una placa con el nombre de los autores del grupo escultórico del parque Severo Ochoa. Devesa invita al resto de Gijón a «conocer Pumarín, compartir con nosotros sus problemas y colaborar en las soluciones» para hacer de este un barrio «aún mejor».

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