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A la izquierda, Carlos Arias, presidente de la asociación vecinal, junto con varios de los vecinos que viven en las inmediaciones de la antigua fábrica de Flex. JESÚS MANUEL PARDO

Los vecinos de la fábrica de Flex, contentos con el derribo: «Es un orgullo haber logrado esto»

Dicen que estarán vigilantes para que se lleve a cabo la demolición de la vieja nave y piden un parque o aparcamiento

Viernes, 8 de marzo 2024, 01:00

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Los vecinos de La Calzada ven la luz al final del túnel. Tras «años y años» viendo cómo la antigua fábrica de Flex (que dejó de tener actividad en el año 2000) se iba convirtiendo en una «escombrera insalubre», aplauden que el Ayuntamiento haya declarado oficialmente en ruina el inmueble y haya dado un plazo a su propietario de 15 días para demolerla. De no hacerlo, será la Concejalía de Urbanismo quien lo haga. Aún con esta buena noticia, con la que están «contentos», los vecinos son «prudentes» y hasta que no lo vean «andaremos con pies de plomo».

Con un horizonte prometedor, José Antonio Fernández cree que es «un gran avance» que llevan «muchos años esperando». Confía en que «esta vez sea la definitiva», pero es consciente también de que «todavía queda mucho por luchar».

Con esperanza «pero escéptica» es como vive la situación Carmen Gómez, que vive en frente de la propia fábrica. De lo que sí «estamos orgullosos es haber llegado hasta aquí los propios vecinos, hemos conseguido mucho, nos fuimos uniendo y poco a poco vimos buenas intenciones, eso fue lo que nos dio predisposición a seguir. Esa fuerza es la que hace que ahora estemos aquí», explica.

El día a día junto a la vieja fábria es «caótico». Señala que «hay desde ratas hasta gente defecando». Incluso, teniendo contenedores al lado, «la gente deja la bolsa de basura aquí en el suelo». Todos estos residuos que se acumulan hacen que cuando caen cuatro gotas no pueda «ni abrir las ventanas porque huele a estiércol». Algo que se junta con toda una fauna «de arañas, mosquitos, hormigas...» que vienen de la antigua nave. Sobre los proyectos públicos para el barrio, señala que «es incongruente querer hacer una ecomanzana al lado de una 'ecobasura'».

A los problemas del olor se unen los de la peligrosidad, «hay chiquillos que entran dentro de la fábrica y hay huecos de los ascensores donde pueden caer», señala Juan Francisco Flores. «En el último temporal cayeron cascotes en la calle Toledo, y siguen cayendo». Los vecinos temen «que suceda alguna desgracia», porque «no será porque no se ha avisado al Ayuntamiento de la situación», explica Gómez.

Desde la asociación de vecinos de La Calzada, «los vecinos están ilusionados pero a la expectativa», señala su presidente, Carlos Arias. Esa prudencia surge porque «en esta ciudad todo tiende a alargarse demasiado». En principio, una vez que sea derribada la nave, la idea es adecentar la zona para que no sea más un problema y, en un futuro, serán los propietarios quienes decidan qué se hará en el solar. A pesar de ello, Fernández sueña con que «se convierta en un espacio verde, con un parque para los niños y bancos». Por su parte, Arias indica que «en esta zona estamos faltos de aparcamientos».

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