Viaje sin libros a la Prehistoria
Una de las señas identitarias del colegio Tremañes es, desde hace más de 25 años, el aprendizaje basado en proyectos
EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Sábado, 4 de diciembre 2021
«Un día, cuando llegamos al cole, vimos unas huellas en el suelo, entre mi clase y la de Simón. Las seguimos y nos llevaron ... a una cueva, la de Lucy, y tuvimos que descifrar un mensaje en otro alfabeto». Así relata Julia, de 7 años, cómo comenzó en septiembre el proyecto 'Presta Prehistoria', en el que el alumnado de primero y segundo de Primaria del colegio Tremañes lleva inmerso todo el trimestre.
Tras aquellas primeras huellas de australopithecus han ido apareciendo más: de homo habilis, homo erectus, homo neanderthalenisis... Con cada una, los niños han fabricado herramientas prehistóricas, aprendieron sobre los neandertales de la cueva del Sidrón o realizaron talleres sobre la de Tito Bustillo, estudiando sus propios ancestros elaborando con sus familias una línea del tiempo biográfica e «investigado cómo vivían y comían» en las distintas etapas de la Prehistoria.
Hace más de 25 años que una maestra de Infantil ya jubilada, Imelda Fernández, introdujo el aprendizaje por proyectos en el Tremañes. 'Evangelizó' a Mariano Suárez y ambos fueron contagiando a todo el centro esta metodología que ya es toda una seña identitaria del Tremañes. En el primer ciclo de Primaria, desde hace seis años, «paulatinamente fuimos abandonando los libros de texto y ahora solo conservamos los de Inglés», explica la maestra Iris Díaz Trancho. «Creo que si hoy volviéramos a implantar los libros habría una revolución», bromea Suárez.
¿Cómo se traslada el currículum oficial a proyectos tan dispares como 'Presta Prehistoria' o 'Ada Byron y el secreto club de los inventos', sobre la mujer en la ciencia, que recibió un premio a la mejor experiencia docente innovadora en 2019? Al inicio del curso, el equipo docente divide los contenidos de las asignaturas en tres proyectos complementarios en los que se trabaja con distintos formatos y actividades, desde manualidades a charlas: «Cada proyecto consta de una actividad introductoria y motivacional y después lo temporalizamos con distintos retos que los alumnos tienen que superar, hasta que al final llega una actividad de recompensa para cerrar el proyecto». En este caso, al superar cada reto los niños reciben una cuenta que formará un collar prehistórico como recuerdo.
Opina Mariano que con este método «los niños van al cole con más ganas, saben que hay emoción y cosas por descubrir y son protagonistas del 'tinglao'. Tratamos de diluir el papel del maestro, que más que de transmisor de la información ejerce de gestor del proceso». Un proceso en el que se involucran las familias, el barrio y la ciudad, que abre puertas con la sociedad y lleva a los niños a aprender a investigar y curiosear mientras asimilan conceptos reales e incluso correspondientes a cursos superiores. Un ejemplo: en Infantil están trabajando el cuerpo con el esqueleto 'Pepe' como anfitrión, tarea que incluye ver y tocar el corazón o el cerebro de una vaca con 4 años. Si a Julia, Simón y Martín, de 6 y 7 años, se les pregunta si aprender es divertido, no dudan un segundo: «¡Sí!».
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