A vueltas con la Pescadería
El último proyecto propuesto por el Ayuntamiento para el nuevo edificio no convencía. Quitaba terreno a la vía pública
Sábado, 4 de febrero 2023, 00:59
No era «ni moderno, ni higiénico, ni lógico», decíamos hace un siglo, el proyecto propuesto desde el Ayuntamiento para la nueva Pescadería. Primero, por encajonado; ... segundo, porque así y con todo quitaba espacio al paseo. «No se puede concebir en los actuales tiempos y en una población que tiende a modernizar todos los servicios, que se quite la Pescadería de donde ahora se halla para meterla entre casas, quitando terreno a la vía pública (el que en el croquis está punteado), en vez de ensancharla, máxime cuando se halla frente al mar y es avenida de una gran zona urbana de expansión». Así se quejaba EL COMERCIO, preocupados como andábamos por las posibles angosturas que pudieran generarse de la obra.
El trazado de la ciudad era como era, y, «por efecto de viejos males» habría que sufrirlas en algún grado, «pero lo absurdo es que, ahora, en pleno pensamiento de ensanches urbanos, sea el propio Ayuntamiento el que quiera ampliar el Mercado del Adobo y hacerlo Pescadería a costa de la vía pública, condenándola a ser embudo eterno, cuando allí es precisamente por el único sitio en que se pudiera pensar en ensanches para la entrada en el Campo Valdés y en el camino al cerro de Santa Catalina, que queremos convertir en parque».
No convencía tampoco la proximidad del edificio a unas casas «donde se vivirá a la fuerza entre un círculo pestilente, pues por mucho cuidado que haya, el pescado huele siempre, y no a ámbar muchas veces». La supuesta temporalidad prometida a los vecinos del Mercado del Adobo se incumpliría, según EL COMERCIO, haciéndolo definitivo, «con la agravante de convertirlo en Pescadería». Aunque se defendía la pertinencia, necesidad y hasta urgencia de una reforma que diera paso al Muro echando la Pescadería «desde donde ahora está», ya sabemos todos que no fue así. Entre tanto, propusimos desde nuestras páginas el Contracay. «El buen gusto y hasta el delicado olfato de los ediles», decíamos con cierto punto de malicia, «piden mayor atención en este problema». Y desde el Ayuntamiento sí que se iban a oler bien los 'frutos del mar'.
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