«Cada vez que miro a mis hijos creo que tengo la respuesta: no mereció la pena»

Las familias de los militares y policías fallecidos en misiones de paz en Afganistán reviven estos días las tragedias ocurridas desde el despliegue de las tropas en el país, que ahora vuelven a controlar los talibanes. Un total de 102 efectivos españoles -seis de ellos eran asturianos- perdieron la vida en los 19 años en los que hubo presencia en la zona, hasta el pasado mes de mayo.

Gemma de los Ríos es una de esas personas. Perdió a su marido, el policía nacional Jorge García, en el ataque de los talibanes a la embajada española en Kabul en 2015. Gemma y Jorge habían formado una familia. Tenían dos hijos, ahora de 19 y 14 años. «A pesar de la muerte de mi marido, quedaba el alivio de que sirvió para algo, de que el trabajo de la misión valió la pena y que el país podía cambiar a una democracia, pero cada vez que miro a mis hijos creo que tengo la respuesta: no mereció la pena», declaró ayer al diario 'ABC'.

También Mari Paz Fernández, viuda del comandante José Manuel Ripollés -uno de los 62 fallecidos en el accidente del Yak-42- consideró que «son muertes sin sentido», por «ambiciones políticas» nacionales e internacionales, como recogió 'Público'. Pacho González Castilla, hermano de Ignacio, uno de los fallecidos en el fatídico accidente del Yak-42 en 2003, ve la situación desde otro prisma. «Aunque veamos las imágenes de Afganistán tomado por los talibanes y todo el caos, asegurar que todo el trabajo que hizo mi hermano y sus compañeros allí ha sido en vano sería injusto para ellos y sería mentir», apuntó.

Precisamente, las primeras muertes de militares asturianos en misiones de paz en Afganistán se produjeron en el accidente de dicho avión, en mayo de 2003. Mariano Piñán, natural de Gijón; Joaquín Enrique Álvarez Vega, de San Esteban de Pravia, y Antonio Novo Ferreiro, gallego de nacimiento, pero asturiano de adopción. En otro accidente que costó la vida a 17 militares españoles, al estrellarse su helicóptero en Herat, falleció José González Bernardino, en agosto de 2005. El quinto fallecido fue el gijonés de origen mierense Juan Andrés Suárez, que perdió la vida víctima de un atentado suicida cuando patrullaba en un tanque. El brigada asturiano, de 39 años, pereció en noviembre de 2008, junto a otro militar español. En junio de 2011, el sargento gijonés Manuel Argudín Perrino murió por el estallido de un potente artefacto explosivo al paso de un blindado del Ejército español.

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