Los asturianos en París retoman la normalidad tras los atentados
«La ciudad ha recobrado un poco de vida, hay más movimiento. Pero el miedo es igual o mayor que el pasado viernes», asegura Carlos García
Ana Moriyón
Martes, 17 de noviembre 2015, 02:59
París recuperó ayer cierta normalidad en sus calles, después de que el pasado viernes sufriera su noche más trágica como consecuencia del brutal ataque perpetrado por el Estado Islámico. Los parisinos vivieron un fin de semana de luto y conmoción, en el que apenas había gente por las calles y mucho menos en los bares, objetivo directo de los terroristas, pero ayer, primer día laborable tras los atentados, la población quiso retomar su rutina.
Cases «agradecido» al Sporting por anticipar su vuelta a España
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J. A. G. / El futbolista del Sporting Nacho Cases se entrenó ayer con sus compañeros, tras regresar el pasado sábado a España procedente de París. El centrocampista gijonés se encontraba en el momento en que se produjeron las explosiones en la zona de la Torre Eiffel, junto a su esposa e hijo pequeño. Se enteró de lo acontecido a través de las imágenes de televisión, pero no tomó conciencia de la gravedad de los hechos hasta recibir noticias de la familia y amigos desde Asturias.
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«Fue un susto», aseguró el futbolista, que subrayó que ni él ni su familia estuvieron en peligro en momento alguno. Una vez en el hotel donde se hospedaban, a las afueras de la capital gala, recibieron el consejo de no salir a la calle. Nacho Cases se puso en contacto con el club que buscó distintas alternativas para acelerar su regreso, previsto inicialmente para el domingo. «Me ayudaron para volver a España lo más rápido posible», apostilló.
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El único francés de la plantilla es el franco-argelino Rachid, que tiene a su familia residiendo en la capital francesa. «Solo pienso en lo duro que es para las familias de las víctimas», reflexionó.
Ésta es la impresión de muchos de los asturianos que residen en París y que fueron testigos de un fin de semana desolador para la ciudad de la luz, pero también para aquellos a los que el ataque les pilló en su tierra natal. «Estaba en Asturias y la verdad es que pasé el sábado y el domingo con la cabeza en París», reconoce Jorge García, arquitecto de 30 años natural de Mieres. Le preocupaba el momento de la vuelta porque temía que podría encontrarse con una ciudad diferente a la que dejó, incluso militarizada, pero por suerte no fue así. «Es cierto que el avión en el que regresé el domingo iba con mucha menos gente de lo habitual pero, una vez en Francia, no noté nada raro.No hubo controles especiales, el metro funcionaba con cierta normalidad y, aunque hay los típicos retrasos por paquetes sospechosos, eso es muy habitual en París», relata restandole importancia. En la vuelta al trabajo tampoco tuvo la sensación de que nada hubiera cambiado. «Nadie se ha quedado en casa por miedo, la gente ha hecho su vida normal», asegura este joven que, sin embargo, reconoce que el atentado yihadista está acaparando todas las conversaciones.
Aunque los principales lugares turísticos continúan cerrados por seguridad y las zonas en las que se cometieron las masacres se han convertido en verdaderos altares en memoria de las víctimas, París recobra poco a poco su rutina. «Los transportes públicos han funcionado, han abierto incluso algunos museos y se ha recuperado un poco la normalidad. Aunque la gente sigue conmocionada», describe la periodista ovetense Lucía Menéndez Caunedo, quien señala incluso que se ha hecho un llamamiento en las redes sociales para que los parisinos no se queden en casa y que la amenaza terrorista no dañe las costumbres culinarias del país.
El avilesino Carlos García, que caminaba por las inmediaciones de la sala Bataclan cuando se produjo el ataque en esta sala de conciertos, también tiene la sensación de que la capital francesa recupera su rutina, pero percibe cierta tensión y miedo en las calles parisinas. La ciudad, reconoce, «ha recobrado un poco de vida, lentamente, ya hay más personas por la calle y se ve más movimiento». Sin embargo, considera que pese a ello «el miedo es casi igual o incluso mayor» que el que sufrió la población francesa el pasado viernes, especialmente tras la decisión del Gobierno de Hollande de intensificar los bombardeos en Siria. «Es una vergüenza. Aquí llorando a los muertos y el gobierno atacando nuevamente a los civiles indefensos», reprocha, al tiempo que clama por que se ponga fin a esta barbarie «por ambas partes».