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Un soldado custodia el acceso a una estación de metro en Bruselas.

«No hay que enseñar el miedo»

Una hostelera asturiana afincada en Bruselas relata la paralización de la ciudad a causa de las medidas de seguridad impuestas por la alerta terrorista

i. gómez

Lunes, 23 de noviembre 2015, 13:50

El servicio de metro está suspendido, los centros educativos y culturales están cerrados, las instituciones -locales y comunitarias-, bajo mínimos y los pocos comercios y restaurantes que están abiertos apenas tienen clientela. No hay ganas de salir, pero tampoco es fácil acceder a muchos de los servicios del centro de Bruselas. Las calles están cerradas al tráfico, aunque se han reforzado las líneas de autobús, y el amplio despliegue de policías y militares restringe los movimientos. La situación se ha mantenido todo el fin de semana, desde que el Gobierno belga decretara el máximo nivel de alerta terrorista ante el temor de un ataque similar al de París y pusiera en marcha una operación que ha provocado 21 detenciones. Recomendó entonces que la gente no saliera de sus casas, pero es más fácil decirlo que hacerlo.

La cita es de Nati Martínez, una hostelera natural de Cuñaba (Peñamellera Baja) que lleva casi medio siglo en la capital belga. Según ha contado esta mañana a EL COMERCIO, hoy hay un poco más de gente en las calles. Quizá se deba al carácter laborable de la jornada, que está lejos de ofrecer una imagen de normalidad: La situación está muy tirante, afirma la propietaria del restaurante La Ibérica, localizado en el centro de Bruselas. No obstante, deja entrever que hoy hay un ambiente distinto al de los dos últimos días, en los que la capital de Europa vivió el caos total.

La hostelera cuenta que la gente está brava con las medidas de seguridad impuestas, pero más vale esto y que no haya otra matanza como la de París. No obstante, ella es una de las pequeñas empresarias que se niega a dejarse llevar por el miedo y durante todo el fin de semana ha mantenido abiertas las puertas de su restaurante, a escasos diez minutos de la Gran Plaza, centro neurálgico de la capital : No hay que enseñar el miedo. Hay que tener precaución, pero no miedo, recalca.

Como ella, otros comerciantes en su misma calle y quienes se resisten a encerrarse en casa, que no son muchos: Los turistas se quedan en los hoteles y los belgas no salen de casa, admite, al tiempo que afirma que el sector turístico se ha visto afectado por la situación. Como ejemplo, su negocio: Ayer tuvimos gente, pero el viernes y el sábado, nada. Además, lamenta que los turistas se van muy desilusionados, porque no pueden ver nada. Solo la Gran Plaza y está vacía.

La esperanza de los residentes en Bruselas, cuenta Nati Martínez, es que la situación mejore a partir de mañana. Según transmiten las autoridades a la ciudadanía, a las 17 horas de hoy está prevista una reunión de la comisión encargada de evaluar el nivel de alerta.

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