Muere José Manuel Espinosa, el defensa del Sporting de Gijón que secó a Maradona
Hombre de club y una persona excepcional y cercana, el toledano, exjugador rojiblanco seis temporadas, ha fallecido este 15 de octubre a los 66 años
Maradona fue, por decirlo así, un mito. Nada de espejismo. Un futbolista regateador como ninguno que hacía mucho mejores a sus equipos: un Nápoles de la media tabla italiana y una Argentina que hasta hace tres años, de la mano de Messi, no fue capaz de reeditar los éxitos que vivió con él.
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José Manuel Espinosa (San Bartolomé de las Abiertas, Toledo, 1959) nunca olvidó aquel 12 de febrero de 1984 en el que Maradona, 'la mano de Dios', el genio de los goles, los regates y demás alegrías, pisó el césped de El Molinón. «Boskov no me hizo ningún comentario especial. Él sabía que yo era especialista en marcajes». El técnico del Sporting de Gijón quería anular al astro argentino. «Yo, quince días antes del partido, no soñaba más que con Maradona», explicaba el defensa toledano.
Dicho y hecho. Se pegó a la estrella del Barcelona casi desde que ambos salieron por el túnel de vestuarios. Esa fue su obsesión. «Le hice un marcaje sin patadas. Le decía que estuviera tranquilo, que yo iba al balón. Él me contestaba 'no te preocupes, haz tu partido y yo el mío'». Y lo hizo. Lo secó sobre el terreno de juego. Aquel día, El Molinón comprendió y valoró lo que era hacer un marcaje al hombre. El resultado fue el inicial (0-0). «Fue un recuerdo inolvidable», recordaba el que fuera canterano del Real Madrid y, desde su llegada a la ciudad, un gijonés más.
Cuesta trasladar a palabras la inmensa sensación de pérdida provocada por la muerte de un futbolista criado en la cantera blanca, finalista de Copa, internacional con España en la categoría sub 21 en nueve ocasiones, y que disputó los cuartos de la Eurocopa de 1982, pero que, sobre todo, dejó en Gijón, y también en Madrid y en Vigo, las otras ciudades a las que contagió su pasión por el balompié, la impronta de una persona excepcional, cercana, sincera y generosa.
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No se trata ahora de analizar su juego en el centro de la defensa del conjunto rojiblanco, donde aportó importantes matices. Sus allegados, su gente más cercana, recibieron en la madrugada de este 15 de octubre un mazazo cuando se conoció el fallecimiento de José Manuel Espinosa a la temprana edad de 66 años, aunque él luchó hasta el último minuto contra una dura enfermedad, al igual que hizo, sobre el césped, desde que inició su carrera deportiva en la cantera blanca, aunque donde realmente creció fue lejos de la capital de España. Concretamente, en Gijón.
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Espinosa siempre supo ganar, pero también sufrir, porque lo tenía todo para lucir una camiseta de un club importante. Pero no le iba a ser fácil. De él se ha hablado mucho, se ha escrito mucho. Desde su incorporación a 'La Fábrica' a, por ejemplo, su participación en aquel histórico Castilla que disputó la Recopa de Europa en la temporada 1980-81, en la que cayó en la primera ronda ante el West Ham United. Defensa central fuerte, duro y marcador, fue titular en los dos partidos que el filial merengue disputó en la competición europea.
Espinosa debutó al año con el primer equipo blanco a las órdenes de Luis Molowny. Solo jugó un partido: el 11 de abril de 1982 ante el Castellón debido a la huelga de un grupo de jugadores que hizo debutar a varios canteranos. Disputó los 90 minutos. No lo volvería a hacer. Se topó con una realidad que persigue a los equipos grandes y, con 23 años, se marchó a Gijón. Boskov lo quería, sabía de su talento, su entrega y su eficacia, y pidió su fichaje. Lo conocía de su etapa en el Madrid y no dudó. Lo llamó para que se incorporara al Sporting.
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A aquel mismo verano fue traspasado para incorporarse a una plantilla en la que figuraban nombres como los de Castro, Ablanedo II, Claudio, José Aurelio, Vallina, Maceda, Jiménez, Doria, Uría, Esteban, Cundi, Redondo, Emilio, Tino, David, Ciriaco, Mesa, Joaquín, Zurdi, Urrecho, Eloy, Savic, Nacho, Abel, Ferrero...
Aquel jugador listo sobre el campo, no un 10 técnicamente, pero sí fuerte al contacto y excelente marcador, se convirtió, con el paso de temporadas, en un hombre de club que jugó en dos ocasiones la Copa de la UEFA. Lució la elástica del Sporting seis temporadas. Llegó como central para competir con un puesto con Doria, Jiménez y Maceda, pero terminaría haciéndose con una plaza fija en el lateral. Tardó en convencer a José Manuel Díaz Novoa, pero lo logró de tal manera que, cuando el técnico se marchó en 1988 al Celta, él lo acompañó.
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Tras dos temporadas en la máxima categoría y una tercera en Segunda tras el descenso del club gallego, y cumplido su contrato, abandonó la práctica del fútbol profesional en 1991. Espinosa regresó a Gijón, donde se afincó y abrió una inmobiliaria.
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