Contad siempre con nosotros
Hoy puede ser un gran día, dice la letra de la canción de Joan Manuel Serrat que tantas veces hemos canturreado. El 31 de octubre ... de 2023 es ciertamente un gran día, porque Doña Leonor de Borbón y Ortiz, la Princesa de Asturias, cumple dieciocho años, alcanza su mayoría de edad y jura solemnemente la Constitución ante las Cortes Generales.
Esta joven mujer, lúcida, jovial, de mirada limpia y dulce, y espíritu inquisitivo, ávida de saber y servir, enaltece su destino, que es el nuestro, con su juramento; que no es ni más ni menos que su permanente compromiso con la libertad, la unidad, la estabilidad y el progreso económico y social de España. Un compromiso, pues, con la dignidad humana, la democracia y el imperio de la ley, es decir, con la paz y la justicia.
Doña Leonor no es persona de palabras vanas y, como ella misma ha dicho recientemente, conoce bien la responsabilidad que asume con su juramento, lo que no sólo no la arredra, sino que, al contrario, la estimula.
Parafraseando a Quevedo, audacia que hay que hacerse perdonar, ¡con la venia maestro!, Doña Leonor es un fue, un es y un será esperanzado.
Ella representa, y lidera además, la irrupción en el escenario de nuestro vertiginoso tiempo de una nueva generación de jóvenes cosmopolitas, hondos, alegres y compasivos, que aborrecen la queja, tanto como les atrae la acción esforzada, a la que el vigor de su edad les inclina, sabiendo bien hacia dónde quieren ir; hacia un uso racional de los recursos naturales encaminado a la sostenibilidad, hacia una igualdad efectiva ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna, como dice literalmente el artículo 14 de la Constitución Española, por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social. Hacia una sociedad más humana capaz de avanzar sin demoler el camino por el que transitan, porque es el que los ha traído hasta aquí y les permite atisbar ese nuevo futuro que, con razón, tanto anhelan.
Una nueva generación, cuya inteligencia les dice que ver veremos, pero que no se asustan fácilmente, como no lo hicieron sus padres, ni los padres de sus padres, ni «...el viaje milenario de su carne trepando por los siglos y los huesos...», al decir del poeta, cuando quiso saber qué fue lo necesario para que él se llamase Ángel González.
Ellos saben, y doña Leonor mejor que ninguno, que la buena fe y el respeto por el carácter sagrado de los juramentos no son signos de debilidad, de estupidez o de inteligencia obtusa, sino de valor, de generosidad, de claridad de ideas, de sentido común, el camino más seguro para arriesgarse a confiar en nosotros mismos y en los demás.
Por eso el juramento de la Princesa de Asturias ante las Cortes Generales es un motivo de alegría que nos conforta a todos. Porque nos permite saber quiénes somos, confiar fundadamente en nuestras posibilidades y enorgullecernos de la gravedad y la apostura con la que ella representa lo mejor de España, lo mejor de nosotros mismos.
Así pues, enhorabuena, felicidades y muchas gracias, Princesa. Lealtad con lealtad se paga, contad siempre con nosotros los españoles que, pese a las malas lenguas, somos gente de fiar. Recordad, como escribió a lo largo de su obra uno de los buenos entre nosotros, Antonio Machado, que «Ni el pasado ha muerto, ni está el mañana ni el ayer escrito», que «Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad del bien»; que «Hoy es siempre todavía» y que «Todo lo que se ignora, se desprecia». Contad, Alteza, siempre con nosotros, los españoles, que no nos rendimos jamás y sabemos poner siempre al mal tiempo buena cara.
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