El arzobispo de la reconciliación
Gabino Díaz Merchán defendió los derechos de los humildes y fue un adalid de la concordia
Don Gabino Díaz Merchán es la figura más destacada de la Iglesia asturiana de los últimos setenta años y desempeñó un papel muy importante en ... el 'aggiornamento' de Iglesia española tras el Concilio Vaticano II. Durante su dilatada actividad como prelado (fue consagrado obispo a los 39 años) le tocó vivir e impartir magisterio en tiempos de cambio, cuando todavía convivía lo viejo con lo nuevo, sabiendo actuar con gran independencia y siempre teniendo como norte los derechos humanos y los anhelos de la gente humilde.
Tras un breve periodo como obispo en Guadix-Baza, fue enviado a Asturias como arzobispo. No tuvo otro destino. Treinta y tres años dirigiendo la pastoral en una región que cuando llegó estaba dominada por la problemática de la lucha sindical, en un tiempo sin libertades públicas, que convertía cualquier controversia en grave problema político. Supo Díaz Merchán defender el derecho de curas y laicos a denunciar injusticias con encierros en iglesias o locales parroquiales y aguantar los ataques que le llegaban del estamento oficial. Heredó y amplió la vía abierta por su antecesor, don Vicente Enrique y Tarancón, en pos de la reconciliación nacional. Formado en el nacional-catolicismo, se identificó con el impulso renovador del Concilio Vaticano II y fue un portavoz de su mensaje de defensa de los derechos humanos. Jugó un papel fundamental para que la Iglesia española se modernizase y no quedara anquilosada en concepciones del pasado. Tuvo capacidad de diálogo con todas las tendencias políticas, siendo el principal artífice del éxito de la enseñanza concertada, al liderar una tercera vía entre la enseñanza pública para pobres y la privada para ricos.
Desde su llegada a Asturias se ganó el respeto y, luego, la admiración de todos. Nunca hizo una declaración desafortunada. Jamás faltó al respeto a nadie. Fue un ejemplo de discreción, seriedad y saber hacer por el bien común. Formó parte del trío de personalidades que encauzó la Transición en Asturias, con el presidente de la Preautonomía, Rafael Fernández, y el gobernador civil, José Aparicio. Tres personajes imbuidos del espíritu de reconciliación. En el caso de Díaz Merchán tenía el extraordinario mérito de haber visto cómo fusilaban a sus padres al inicio de la guerra civil, sin dejarse llevar por el sentimiento de venganza. Un ejemplo para los asturianos de hoy y de mañana.
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