De la campaña a las urnas

En la campaña electoral se cumplieron los objetivos básicos de transmitir las propuestas de cada partido a los electores y dar a conocer la personalidad ... de los candidatos. A través de debates, entrevistas y mítines los ciudadanos recibieron información suficiente sobre las ofertas electorales. Aún así, quedaron zonas ciertas de indefinición porque los partidos prefieren mantener la ambigüedad sobre algunos asuntos, bien porque aún carecen de respuesta nítida o porque creen que no llegó el momento de revelarla. Ejemplo de ellos son las hipotéticas coaliciones de gobierno o alianzas parlamentarias que habría que negociar tras los comicios. Cuatro décadas de etapa autonómica han producido una mutación en los partidos hacia el realismo. Los ciudadanos también perciben con otra óptica las campañas, perdiendo interés por los planteamientos ideológicos y prestando mayor atención a la gestión de los asuntos que les preocupan: sanidad, educación, vivienda, medio ambiente, impuestos, empleo... En Asturias no ha cambiado el clima en el que se desarrollan las campañas, con disputa por el voto entre los partidos, pero sin caer en insultos y descalificaciones gruesas entre los candidatos. Es muy importante que impere siempre el respeto personal e institucional. Las relaciones políticas en Asturias son más cordiales que a escala nacional. La polarización, la división del arco parlamentario en dos bloques monolíticos, tiene mal acomodo en un sistema electoral donde el reparto de escaños se rige por el principio proporcional. El bloqueo institucional, propiciado por la política de los vetos, ha provocado en España dos veces la repetición de elecciones en algo más de siete años. En el caso de nuestra comunidad autónoma, el problema nunca estaría en la sesión de investidura, ya que en la normativa asturiana se ha optado por el modelo de restringir la capacidad de sufragio a los diputados al no poder votar en contra del candidato, pero sí surgiría a la hora de abordar la gobernabilidad. Por eso es importante que en la campaña se haya mantenido la buena relación entre las formaciones y los candidatos, sin que ello impidiera la necesaria crítica y la disputa por los sufragios entre los partidos.