Casado el hortelano
«La vida del hortelano/ es muy larga de contar:/ almuerza pan y cebolla,/ merienda cebolla y pan;/ y si a la noche no hay ... olla,/ cenará pan y cebolla». Esto escribía y musicaba el calceatense Bonifacio Gil hace muchos años. De pequeña, cuando lo leí por primera vez en un libro que guardo como un tesoro, 'Un barco cargado de...', me hacía mucha gracia y por eso me lo aprendí de memoria. Hoy, tras algunas de las comentadas intervenciones de Pablo Casado en la campaña electoral de Castilla y León, no hago más que recordar estos versos.
¿Sabrá Casado quién era Bonifacio Gil? ¿Conocerá esta canción? Lo digo porque está él tan metido en esto de la agricultura últimamente. Que si las remolachas han sido atacadas, pobres remolachas, que si el azúcar, que si los hortelanos, que si el campo… Un poco al estilo de su compañera Isabel Díaz Ayuso, pero sustituyendo libertad por remolacha. ¡Comunismo o remolacha!
¿Y habrá leído a Bram Stoker? Me inclino a pensar que no porque, de lo contrario, no diría lo que dijo sobre Drácula en el mismo discurso en el que explicó, muy exaltado ante semejante afrenta, lo de las pobres e indefensas remolachas. Drácula, sí, han leído bien. El Conde Drácula. Transilvania, sangre, vampiros, muerte. Hizo un paralelismo entre el gobierno de Pedro Sánchez y el conde transilvano y acusó a este último, sin que ninguna de las neuronas de su cerebro hiciera clic, de morder y convertir a sus víctimas en zombis. ¿Zombis? Zombis.
Dejen de reírse, por favor. Quizá en Harvard o en Georgetown —sitios donde pone en su currículo oficial que se ha formado, entre otros lugares exóticos—, no estudian a Stoker. Sí, lo sé, es cierto que si iba a hablar de Drácula en el discurso y quería ahorrarse la lectura, al menos podía haber visto la película de Coppola que a pesar de las licencias que se toma el director, sobre todo con el final, para saber cómo funciona que te muerda Drácula le hubiera servido. Además de disfrutar de la maravillosa interpretación de Gary Oldman. «He cruzado océanos de tiempo hasta encontrarte». Solo por escuchar y sentir, porque se siente, esta frase, ya merece la pena ver la película. Y le podía servir de inspiración. Podía el muchacho emplear frases semejantes. Cinematográficas, literarias, musicales, pero no. Él prefiere estilo 'Los Fruitis'. «Gazpacho y Mochilo/ siempre van con pincho/ somos fruitis, socios sí/ amables y tiernos vegetales».
Es curioso, no obstante, que en un mismo discurso electoral salga a relucir un ataque, al parecer sin piedad, por el tono empleado y el enfado, a las remolachas, el comunismo (venezolano porque algo dijo sobre Maduro), Drácula y unos cuantos zombis. Ahí todo juntito. Desde luego, no podemos negarle al chico su capacidad de crear mundos imaginarios. Inverosímiles, pero, oye, que cada uno llega a donde llega. Por otra parte, nos reímos de sus ocurrencias pero, ojo, estoy segura de que, llegado el momento, ya verán como escribe un libro con todas ellas y alguna más, se lo publican y se convierte en un 'bestseller'. Al tiempo. Lo que no parece que haya conseguido son más votos. El domingo veo conclave secreto en el PP para ver cómo hacen para librarse de él porque creo que mientras Casado y sus amigos, el resto de frutas y alegres vegetales, sigan al frente del partido, lo tienen mal. También me imagino a Ayuso, sonriendo, de oreja a oreja, porque ella no va ser como la humana simpática, Pumba se llamaba, que ayudaba a los Fruitis en la serie animada. Y ya saben lo que dicen: a río revuelto...
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