La ciudad en noviembre
Dichoso mes, que empieza con Todos los Santos y termina con san Andrés. Así dice el viejo refrán. Sí, noviembre nos lleva hacia otros soles; ... hacia otros árboles sin sombra. Nos lleva hacia la San Lorenzo para pasear a su orilla y que la mar, que nunca defrauda, se lleve, con sus olas de barba blanca y de un solo maretazo, todo el dolor y la tristeza de esta ciudad y de este mundo del que yo nunca hubiera creído que la muerte se tragara a tantos. Noviembre es el recuerdo de los difuntos que en todas las épocas han inspirado a filósofos, a escritores, a poetas, músicos y artistas páginas hondas, las mejores novelas y el arte más conmovedor. En los cementerios de nuestra vida y de nuestra muerte podemos ver, especialmente en este mes, una paz que no significa una derrota: el ciprés, la lápida, la lamparilla encendida y el silencio nos susurra al oído un precioso: ¡todavía para ti no! Es verdad que el alba parece no querer llegar, y que los amaneceres van teniendo esa tristeza de los días de lluvia y viento de otoño. Es verdad que el sol, solitario por la playa, va estando cansando cual si fuera un fantasma viudo. Pero Gijón, ciudad de comercio y de fiesta, que exporta acero y buena sidra, que ha sido siempre vanguardia de la lucha por la libertad y de los sueños democráticos, seguirá plantando árboles en los huertos de su vida y de su ilusión. De cualquier forma, este 2021 se está consumiendo a escala local, nacional y mundial como una ópera muy bufa. Y es menester volver a decir en alto que Asturias, especialmente su zona central, está a la cabeza del país como región más contaminada. Y que Gijón suspende en ruido con un tráfico por sus calles que ronda los 75 decibelios. Y también suspende en benceno y en CO2. Pero no suspende en belleza ni en deseos por parte de la Corporación municipal de que la ciudad tenga un espacio público cuidado, que es lo más valioso y especifico de nuestra cultura y el símbolo de cómo la ciudad se aprecia a sí misma. Y aunque sea una gran verdad que sin industria no hay presente ni mucho menos futuro para Gijón ni para Asturias, ello tendrá que hacerse compatible con la construcción y mantenimiento de una ciudad de futuro mejor, más sana y habitable. En ese empeño, yo creo que está la actual Corporación. Aunque del cargo de alcaldesa, como el que ostenta Ana, no se sale ileso. Gracián lo decía: «Sépase que en todas partes hay vulgo».
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