Dedazos
Llama cada vez más la atención el imparable e impúdico crecimiento de los llamados 'cargos de confianza' o, dicho con más claridad, los salarios a dedo
Hace unos días se publicó en el BOE la creación de un nuevo puesto en el Ministerio de Asuntos Exteriores que suscitó cierta controversia. El ... empleo en cuestión es 'embajadora en misión especial para la política exterior feminista', y su retribución, la nada desdeñable cifra de 71.000 euros al año. Al margen de prioridades, o de discernir si este tipo de asuntos son los más acuciantes ahora, lo que me llama cada vez más la atención es el imparable e impúdico crecimiento de la 'res pública' en nuestro país. Más concretamente, me refiero a los nombramientos discrecionales, los llamados 'cargos de confianza', o dicho con más claridad, los salarios a dedo, los del índice estirado, que tanto poder dan a quien los otorga, y a tanto agradecimiento y fidelidad obligan al agraciado. En el Gobierno actual se han batido todos los records en la democracia. Unos informan de 750 'dedazos', otros de más de 1.200. El caso es que los medios más comedidos nos cuentan que han aumentado más de un 30% respecto al gobierno anterior, y otros, menos 'pro-Gob', casi el 50%. El importe total de estas nóminas no se sabe, al menos yo no he sido capaz de enterarme, perdido entre ministerios, pluses de productividad, niñeras, y demás conceptos opacos. Estamos ante la gran bacanal del 'colócame', la alegría en el gasto, el festejo retributivo, un bodorrio laboral en el 'que no nos falte de na'. Cargos, dietas y moqueta, en medio de una situación que para muchos es cada vez más asfixiante.
A día de hoy, los españoles de a pie estamos haciendo frente a dificultades e incertidumbres económicas difíciles de digerir por separado, qué decir de golpe y en un solo trago. Tasas inflacionistas no vistas en décadas, incrementos en los costes energéticos nunca imaginados, desfases en el precio de los carburantes, en la cesta de la compra, en servicios, en bienes de consumo básicos. Parece que todo va a subir, y que nada va seguir costando lo mismo. Eso, si es que lo encontramos. En medio de este laberinto, se nos acongoja con el futuro de las pensiones, nos hablan de una hucha vacía que solo se puede recomponer con más impuestos, que también suben día a día. Ayer el 0,5, hoy el 0,6%, la UE entrando en el asunto... Veremos dónde acaba todo esto. Y cuando éramos pocos, pare la burra y se nos empieza a amenazar con un gran apagón, como en las películas. Aparecen visionaros en la tele aconsejándonos tener a mano kits de supervivencia, velas, pilas, cerillas y sacos de dormir. Nos empezamos a imaginar en plan MacGyver o Rambo. ¿No sabe usted aún hacer un fuego con dos piedras? Mucho cuidado con esto, oigan. Solo falta que aparezca el bueno de Simón para decirnos que no nos preocupemos por nada. Tiempo al tiempo. A las puertas del invierno, y todavía habituándonos al triste cambio horario que no gusta a casi nadie, se diría que nuestros gobernantes disfrutan de la vida en otro planeta distinto al nuestro. Parece como si siguieran en horario de verano. Di tú que el cambio de hora en su día era para ahorrar energía; qué ironía, como si no estuviésemos ahorrando ya, con más miedo a tocar un interruptor que a una culebra.
Es sabido que España es el país de la UE con más políticos per cápita. Cierto es, nos encanta esto de los nombramientos. En tiempos de mirar por el dinero, se forman gobiernos con cada vez más ministros para satisfacer estrategias y luchas de poder. Nada más llegar, estos y estas, se rodean de asesores por doquier, y crean su propia esfera de fieles e incondicionales. ¿Querías casta? Pues ahí la tienes, con cumpleaños feliz, guirnaldas, y velitas. El resultado es una enorme bola que asusta a todos los que leen un periódico de vez en cuando. Llegará un momento en que alguien tendrá que arreglar este despropósito, pero los del dedo saben que ya no van a estar y a buen seguro tendrán 'lo suyo' ya solucionado.
En la España de hoy, la proporción de empleo público y privado está cambiando aceleradamente. Hay comunidades en las que los primeros llegan a duplicar a los segundos. Si es por oposición, perfecto, aunque inquieta pensar hacia dónde conduce este aumento de la oferta pública, y se echa de menos aquella aspiración de muchas personas de crear su propio negocio, ese impulso propio de quien quería prosperar. «¿Emprender? ¿Qué te pasa, qué mosca te ha picado hoy? ¿Invertir, endeudarte para trabajar? Echa cuentas: calcula lo que pones, más las pagas que dejas de percibir, y saldrás de dudas». Así lo ve tanta gente, hoy en día. De cualquier forma, esto del 'dedazo' empieza ya a desbordar el vaso. En un país con una deuda agigantada, los signos de austeridad brillan por su ausencia y se administra como en el cuento de la cigarra y su flauta, al día. Más impuestos, quizás más ingresos, pero de controlar el gasto ni hablamos. Así avanzan nuestros asuntos en esta formidable península Ibérica que habitamos, envidia por su belleza de todo el mundo mundial, y en riesgo de devenir en un erial. Apaños, intrigas y cambalaches diarios, que a las pequeñas e indefensas hormigas que pueblan nuestro territorio, y lo hacen viable con su esfuerzo diario, tantas veces nos cuesta entender.
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