Una discreta reunión
PLAZA MAYOR ·
De entrada, hay que reconocer la capacidad de convocatoria que tiene el propietario del 73,27% del accionariado (por ahora, pendiente del desenlace de la ... ampliación de capital) del Sporting: ha conseguido reunir en Madrid -con gran discreción, además- a los representantes de los grupos municipales -con la excepción, según se deduce de los testimonios gráficos publicados, de IU y Podemos- y convenientemente maqueados para la ocasión, con el objeto de presentar sus planes para el campo municipal de fútbol de El Molinón. No faltaron en el cónclave conspicuos representantes de lo que en otro tiempo se llamarían fuerzas vivas, incluida una relevante presencia de los ámbitos financieros y otros estamentos sociales, con el mérito añadido de que cada cual se pagó sus propios gastos para asistir a la concurrida cita matritense, nada de gratis total, cuentan, aunque se ignora si hubo excepciones.
De lo poco concreto que se sabe, o se ha publicado, sobre el asunto de la pretendida ampliación, hay indicios que no cuesta trabajo calificar de inquietantes. Así, entre otras fantasías dibujadas, figura la novedad de que la ampliación implicaría una «transformación urbanística del entorno», que incluiría el traslado del estadio «unos metros», además de un aparcamiento subterráneo. Hasta cerca de trescientos millones de euros de inversión total, que afectaría al parque de Isabel la Católica, incluido un paseo a la playa y nuevos espacios comerciales, lo que obligaría a encajarlo en el Plan General de Ordenación Urbana. La intemerata.
Lagarto, lagarto. Suena a especulación, a pelotazo (naturalmente, urbanístico). Y faltan datos concretos. Solo hay vaguedades y la incógnita principal sigue siendo la financiación, aunque se ha desechado la posibilidad de cargarla al erario municipal. En este sentido ya se ha alzado la voz sensata de la alcaldesa: el Ayuntamiento de Gijón no puede gastarse ahora -ni en un futuro próximo, le faltó añadir- ni diez ni cuarenta millones de euros en obras en El Molinón (y menos aún, trescientos). Como se sigue sin dar detalles del proyecto -por lo menos en público-, o se dan solo con cuentagotas, habrá que esperar a la siguiente entrega del culebrón mexicano, que tiene el añadido de la renovación del contrato de alquiler de las instalaciones de Mareo por veinte años, negociado con hermetismo total. Continuará.
Mientras, la actualidad política está focalizada en Teresa Mallada, la candidata que iba a ser, y no será, del PP en las elecciones autonómicas del 2023. No se queda desamparada en su situación de prejubilada de Hunosa. Por ese lado, el daño infligido por la decisión de Feijóo tiene efectos de pronóstico menos grave. Pero lo más llamativo, quizás, de la situación creada ha sido la reacción inmediata de su hombre en Gijón. Pablo González, el aspirante a candidato del PP a la Alcaldía gijonesa, se ha apresurado a declarar que «yo respaldaré a Feijóo». Una lección de lealtad al mando.
Esto, en fin, forma parte de las luchas intestinas de los partidos políticos y no tiene nada de sorprendente. Desde el punto de vista gijonés, y asturiano, está ahí, como una losa que oprime a toda la economía regional, el cierre de un horno alto de Arcelor, preludio, tal vez, de males mayores. Aquí, sin embargo, parece habérsele dado menor relevancia que a la no explicada ampliación del campo municipal de fútbol de El Molinón. Vivir para ver.
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