'Eco-shopping'
Para salvar el planeta, ten menos. Viaja menos y más cerca. Obtén menos 'likes', hazte menos 'selfies'. Y puestos a liarla, lee más, que es super-eco
Hace unos días, callejeando por una ciudad de Francia con jóvenes acompañantes, entramos a echar un vistazo en una tienda de ropa reciclada. Lo de ' ... reciclado' suena mucho mejor que 'usado' o 'de segunda mano', como se ha llamado toda la vida. La tienda en cuestión, por lo cuidado y vanguardista de su diseño, parecía cualquier cosa menos un comercio trapero. El caso es que me llamó la atención la buena pinta que tenía todo el género, consistente en marcas 'top' como se dice ahora, aunque más aún me sorprendió la gente que abarrotaba el local, mucho más joven que yo, como era de suponer, y todos con buena pinta. Se respiraba un ambiente muy 'cool' por allí, algo así como una fingida desmercantilización más bien propia de un museo, una estudiada atmósfera post moderna. Tintes multicolores en el pelo, cuidadas barbas de seis días, tatuajes bien grabados, rotos y remiendos muy en su sitio y todas esas cosas que dan un aire falsamente despreocupado, casi lánguido, y que tantos 'milennials' se curran tan bien hoy en día. Los precios, siendo menos de la mitad de lo que cuestan esas mismas marcas en las perchas de las tiendas que ingenuamente acostumbro yo a pisar, tampoco eran como para hacerles la ola a los dueños del negocio. No estábamos precisamente en una ONG, vaya, pero el caso es que la caja parecía funcionar a todo trapo, nunca mejor dicho.
Es posible que este tipo de comercios los tenga ya a la puerta de casa y no los haya visto, pero como por aquí no callejeo porque siempre voy a lo que voy, pues te tienes que enterar de cómo está cambiando el mundo y sus gentes a mil kilómetros de tu barrio. Suele pasar. La cosa es que la idea me pareció genial, todo esto de la reutilización tiene mucho sentido, y los argumentos detrás de esta tendencia, que pacientemente me explicaron mis guías en la expedición, me acabaron de convencer. Menos fabricación, menos emisiones de CO2, más intercambio, mejor utilización de los recursos naturales, menos complejos, y más inteligencia aplicada al comercio. Hasta ahí, perfecto.
En tiempos pasados de consumismo 'boomer', recuerdo haber comprado vaqueros usados en Porto Bello, hasta que ésos pasaron a ser casi más caros que los nuevos, y quedaron solo para los que no sabían qué hacer con la pasta. Luego se empezó a desvariar con los rotos, hasta la ridiculez actual de llevar los jeans desintegrados, lo cual siempre me pareció de mal gusto, y una falta de respeto hacia la gente que no puede vestir decentemente. A diferencia de los tenderetes y cuchitriles donde pillábamos aquellos vaqueros y otras prendas de dudosa procedencia, la tienda del otro día era otra cosa: buen olor, rigurosa limpieza y orden, hip-hop suave y bajito y, sobre todo, gente más guapa. Gran ambiente, con ese aroma inconfundible de post-capitalismo que confunde lo cutre con lo 'cool', el abandono con el diseño, el postureo con la dejadez y el interés con el descuido. Por supuesto, todo girando en 4G, wifi-area, monitores de tv, instagram e iphones por doquier en los rotos bolsillos traseros.
Una vez asimilada la magistral clase de economía circular, y tras reponerme del deslumbrante efecto causado por ese ambiente tan eficiente y tan guay, toca reflexionar sobre lo visto y buscarle peros a ese discurso 'eco'. Tal como lo veo, esto de aprovechar lo que otros no necesitan, o simplemente ya no quieren, está muy bien. Pero he ahí, en el querer o necesitar, el quid de la cuestión. ¿Cuántos pantalones, cazadoras o zapatillas de deporte 'necesita' un joven de los que pululaban por esa tienda para sentir sus necesidades cubiertas? ¿Y cuánto de lo mismo necesitaban aquellos busca trapos del antiguo Porto Bello? Por poner un ejemplo, tener dos vaqueros y unas playeras como todo vestuario de cintura para abajo no era nada fuera de lo común hace no mucho, pero ahora parece antiestético, antihigiénico, antiortopédico y antitodo. Menudo pringao. ¿Y cuánto duraban antes, y cuánto duran ahora? Antes, hasta que rompían y no había zapatero o zurcidora que te los remendase; ahora, hasta que te cansas de ellos... Y los vendes. Cambiamos consumismo por más consumismo, solo que le hemos dado una vuelta de tuerca más. Le hemos añadido el prefijo 'eco', la fugacidad y la obsolescencia programada, y nos hemos creído que vamos a mejor. Fabricaremos menos, vale, la industria textil emitirá menos gases también, pero nos aburrimos antes de las cosas. Necesitamos más, y más rápido. Y es entonces cuando lanzo el reto al 'eco': échale valor, y trata de volver a algo parecido al 'de quita y pon', o a lo de 'la ropa de diario y la de los domingos' de toda la vida. Al fin y al cabo, el 80% de la población mundial vive aún así, y en el mejor de los casos. Si quieres salvar el planeta, ten menos. Viaja menos, y más cerca. Obtén menos 'likes'. Hazte menos 'selfies'. Y, ya puestos a liarla, lee más, que es súper-eco, y también hay 'de viejo'. Ahí es donde el de la 'smart-shop' se me viene abajo. Con la austeridad hemos topado. Vaya coñazo.
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