El drama de los incendios
Asturias debe sacar enseñanzas del coste humano, económico y ambiental de la devastación del fuego
Altas temperaturas y rachas de viento superiores a los 100 kilómetros por hora han extendido las llamas de más de un centenar de incendios por ... toda la región durante días, especialmente en el occidente. En concejos como Valdés, Tineo, Allande o Villayón quedaron aislados pueblos y aldeas, siendo preciso desalojar decenas de casas y proceder a la evacuación de 375 vecinos. En Luarca se preparó el polideportivo para convertirlo en un improvisado albergue para acoger a los evacuados. El fuego llegó a cortar la autovía del Cantábrico durante quince horas. Otras vías también quedaron cortadas, como la carretera nacional 492 en Trevías, la AS-219 en Navaral, la AS-351 entre Fontoria y Paredes, la AS-14 entre Montefurado y el puerto del Palo, la AS-366 y la AS-268. También en el oriente, en concejos como Piloña o Cangas de Onís, provocaron inquietud las llamas que pusieron en riesgo viviendas y moradores. Hasta en Oviedo hubo que proceder a desalojos en casas cercanas al casco urbano. El presidente del Principado va a pedir al Gobierno la declaración de zona catastrófica para toda la región. Frente a una emergencia tan grave lucharon 700 profesionales entre militares -Unidad Militar de Emergencias (UME)- guardias civiles, bomberos y brigadistas, dando prueba de una entrega, valentía y solidaridad dignas de todo reconocimiento.
La propagación del fuego por gran parte de Asturias no es una novedad. En 2012 y 2017 también se produjo un fenómeno semejante, aunque esta vez la fuerza del viento hizo más difícil impedir el avance de las llamas. Como estamos ante un fenómeno recurrente es preciso contemplar en perspectiva la situación. En los últimos 35 años se quemaron más de 350.000 hectáreas, lo que supone un tercio del territorio asturiano. Dentro del mapa autonómico, somos la tercera comunidad más castigada por los incendios. En el último medio siglo, Galicia fue la región que sufrió más incendios, con un 29% del total; le siguen Castilla y León con el 14% y Asturias, el 13%. Si tenemos en cuenta la extensión de las tres regiones, concluiremos que en términos relativos Asturias es la más afectada. Un hecho importante a la hora de analizar los más de 650.000 fuegos habidos en España en los últimos cincuenta años es el factor de la intencionalidad. En el conjunto nacional hubo un 53% de fuegos causados voluntariamente por el hombre o derivados de actuaciones suyas, elevándose la cifra al 70% en Asturias, Galicia y las provincias del norte de Castilla y León. Junto al relevante peso del factor humano hay que añadir la mayor superficie forestal. En España, el 55% del territorio es de uso forestal, mientras que en Asturias es el 73%. Tenemos un territorio más inflamable que, además, ha crecido en las últimas décadas con el abandono de las labores productivas en el campo, el despoblamiento del medio rural y el envejecimiento. La capacidad de gestionar el territorio desde las aldeas y pueblos ha disminuido, lo que ha llevado a algunos expertos a decir que «es el fuego el que gestiona el monte, no el hombre». Es preciso hacer más cortafuegos para poder controlar los incendios antes de que se propaguen, pero esa tarea aparece siempre vinculada a los territorios donde hay mucha superficie roturada. En los últimos años ha disminuido el número de incendios por la capacidad de los servicios de extinción de actuar sobre los focos cuando no superan la categoría de 'conato' (menos de una hectárea quemada), pero crecen progresivamente los grandes incendios (más de 500 hectáreas quemadas) dejando como resultado un aumento anual de la superficie quemada. La gran destrucción del medio rural y el peligro para las vidas humanas están relacionados con los grandes incendios. Hay actuaciones que el Principado debe impulsar sin dilación, como es la reducción del matorral (auténtica gasolina en los incendios) y tomar medidas para que no haya masa forestal y casas a menos de diez metros de distancia. En esa situación hay más de 20.000 inmuebles en la región. Saquemos enseñanzas del desastre ambiental y socioeconómico vivido.
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