El ojo que todo lo ve
Hace unos días hacia las diez de la mañana, por la gélida autovía de la Plata entre Zamora y Salamanca -frío, y sol entre neblinas-, ... iban dos coches. Uno, el mío, un auto discreto, común y poco llamativo. Y otro, delante, el coche de la Guardia Civil de Tráfico. Ustedes saben que un coche de la Benemérita imprime prudencia. El que me precedía iba a una velocidad un poco más baja de 120 kilómetros, por lo que, para adelantarle, había que tener cierta precaución, para no infringir la legalidad.
Sin embargo, y muy poco a poco, el coche de la Guardia Civil empezó a aminorar la velocidad. Yo le rebasé, pero, en vez de perderlo de vista, empecé a oír la sirena del coche adelantado, mientras me hacían señales para que me detenga en el arcén.
-Buenos días, agente, le digo mientras llevo la mano a la sien derecha en plan de saludo -a veces da resultado- ¿Hay algún problema con las luces o con el coche? ¿No me va a decir que he sobrepasado el límite de velocidad?
El guardia civil, inmutable al saludo marcial, me pregunta si el coche es mío. Le digo que sí y me contesta, con seguridad tecnócrata: «Usted tiene caducado desde hace un mes y doce días su permiso de conducir».
Efectivamente, tenía razón. Le digo que no lo sabía, aunque eso no sea impedimento para la sanción. «La ignorancia de las leyes no excusa...». Cuando veo que la multa es de doscientos euros, le comento que me sale a más de cinco euros por cada día en el que tengo el carné caducado. El agente, conciliador y culto, me suelta un latinajo 'dura lex, sed lex', mientras me dice que la cuantía de las sanciones no depende de tráfico, sino de la Ley. Le pagué la multa -con tarjeta y descuento del 50%-, todo legal. Y como estamos ya en confianza, le pregunté que cómo pueden tener, tan en vivo y en directo, datos aparentemente tan insignificantes como que a un ciudadano le haya caducado el carné de conducir.
Cuando el agente, empieza a hablarme del radar que llevan en el coche, su compañero le interrumpe bruscamente: ¡Manolo, déjate de palique, que acaba de pasar una moto con la ITV caducada! Y a por ella se fueron. ¡Qué cosas! El ojo que todo lo ve no es el de la Providencia, ni el del Gran Hermano, sino el que cruza los datos y radares de tráfico. Efectivo e inteligente.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión