Empleo a prueba
El mercado laboral registra en agosto un comportamiento similar al previo a la pandemia pese a las incertidumbres de la guerra
El pesimismo se ha apoderado del panorama económico a raíz de la guerra en Ucrania. Su principal fundamento es el desorbitado aumento de los precios ... a causa de las distorsiones provocadas en el mercado energético y en el abastecimiento de materias primas, con su consiguiente repercusión en el consumo y -todavía de forma parcial- en la actividad. En un contexto muy negativo, resulta sorprendente la resistencia mostrada hasta ahora por el empleo, que ha mitigado las consecuencias del conflicto bélico en los hogares. Su excepcional comportamiento se quebró con los pésimos resultados de julio. Agosto ha supuesto la vuelta a la normalidad de un mes con una alta contratación en el que el final de la temporada turística acaba por teñir de rojo las cifras del balance definitivo. El alza de 40.428 parados y la pérdida de casi 190.000 afiliados a la Seguridad Social disuaden de cualquier triunfalismo. Pero están lejos de justificar elucubraciones tremendistas. Esos números son similares e incluso mejores a los previos a la pandemia en este periodo, por lo que aparentemente tienen más de estacionales que de preludio de un declive o indicio de una inminente recesión.
Aunque hace falta una mayor perspectiva temporal para extraer conclusiones rotundas, parece innegable que el mercado laboral, tras su espectacular recuperación una vez controlada la covid, ha dejado de ir a contracorriente en medio de un escenario adverso. Su fortaleza será puesta a prueba en un otoño y un invierno que el Gobierno vaticina «muy duros» si, como es previsible, la desbocada inflación, la subida de tipos para combatirla y su incidencia en el consumo y la inversión terminan por afectar de lleno al tejido productivo y merman el crecimiento. Un corte taxativo de suministro de gas ruso a la UE y la evolución de la guerra determinarán la intensidad y duración de una anunciada crisis a la que difícilmente podría escapar el empleo.
La incertidumbre juega en su contra, por mucho que en los últimos meses haya respondido a ella con solidez. El deterioro de diversos indicadores económicos ensombrece un horizonte que despierta inquietud. Sería absurdo negar la complejidad de la situación, máxime cuando nada hace presagiar un inminente final de la guerra, o la necesidad de afrontarla con el máximo rigor. Pero sin dejarse llevar anticipadamente por un clima de catastrofismo que, lejos de resolver los problemas, los agrava.
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