Los proyectos no construidos y las flores no cultivadas son una invitación a la melancolía. El historiador Héctor Blanco hace en el libro 'Gijón la ... ciudad que nunca existió' un recorrido por diferentes propuestas urbanas que se quedaron en el papel.
En la historia gijonesa de los últimos treinta años nos encontramos, entre otros, con cuatro concursos urbanísticos que han traído cola. Uno de ellos fue el de los jardines del Náutico, con dos proyectos finalistas que no se ejecutaron, siendo sustituidos por un engendro, paralizado en parte gracias a las protestas verdes. Otro concurso, a finales del siglo XX, fue el de la fachada del Muro de San Lorenzo.
Entonces, el proyecto ganador de García Braña, se desechó como irrealizable, aunque venía avalado por la playa coruñesa de Riazor. Se optó por el segundo proyecto, que solo se realizó de una manera muy parcial.
El otro proyecto concurso fue el de Talasoterapia, en el que, de nuevo, el proyecto ganador denominado 'Salamandra' se sustituyó por el anodino edificio de Talaso. Finalmente, tenemos el 'Plan de Vías', vieja tomadura de pelo a la ciudadanía, aún hoy en vía muerta.
He mirado con curiosidad, escepticismo y buena voluntad, los trece nuevos proyectos sobre Fomento. En las propuestas, muy dispares económicamente y que van desde los algo más de 600.000 euros de 'Entre verde y azul' a los 20,6 millones de 'Gijón simétrico', se pueden ver unas líneas generales comunes y asumidas por todos/as/es/us y para cerrar el círculo de vocales, 'todis'.
Entre ellas, la ampliación de las zonas peatonales, la delimitación del carril bici (el carril bici en Fomento es actualmente un engendro), la presencia de lo verde, y la limitación al automóvil. Los parques infantiles y las zonas de juegos dedicados a los niños pondrían la guinda a algunos de estos proyectos.
En los dibujos que ilustran la mayoría de los proyectos, aparecen niños jugando, jóvenes paseando o haciendo deporte y, ocasionalmente, algún abuelo sentado en un banco.
Es curioso que mientras el paisaje es el de Fomento con toques de Marina D'Or, el 'paisanaje' de los dibujos no coincide con un Gijón en el que cada vez hay menos niños y jóvenes.
En este sentido, las ilustraciones de los proyectos que se han presentado al concurso de ideas para la fachada marítima son una ensoñación irreal, de un Gijón que no existe.
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