El ambiente inaugural no estaba ayer para bromas. Los seleccionados para participar en la cita olímpico-ferial eran pocos y, eso sí, bien avenidos porque ... el protocolo de la pandemia obligó a 'pegar una segada' desconocida a la nómina de ilustres visitantes. Apenas unas doscientas personas acudieron a la cita, con algunas sonoras deserciones. En el ambiente, la expectación por ver el debut en acto oficial fuera del abrigo de Madrid y como ministra de Diana Morant. Bueno, eso y escuchar su intervención pública que, nunca se sabe, igual llevaba un sobre sorpresa para Gijón o para Asturias. Al final, lo esperable. Nada de anuncios, nada de proyectos y mucho de mensaje de ánimo a la concurrencia, eso sí, aderezado con las citas a Severo Ochoa y a Margarita Salas. El marco obligaba. Al menos no le sucedió como hace tres años a la, por entonces, ministra de Sanidad, Carmen Montón, que en idénticas circunstancias dejó perpleja a la concurrencia al poner de manifiesto que entre tanto viaje no sabía ni dónde estaba. No hubo sorpresas de la nueva ministra de Ciencia e Innovación o, al menos, no las hubo en el acto oficial, porque nada se sabe de lo que, previamente y en las oficinas de la Cámara, la señora Morant habló con el presidente del Principado, Adrián Barbón. La cita privada estaba fuera de protocolo y de hecho lo que sí sorprendió es que la comitiva ministerial llegase andando al Palacio de Congresos en medio de un sol de justicia. Pero esa no fue la única sorpresa. También fuera de protocolo, en ausencia del copetín posterior en el Pueblo de Asturias, la ministra celebró tras el acto inaugural y también fuera de programa una reunión privada con una veintena de empresarios y representantes de la Universidad en la Sala Mirador. No trascendió el listado de participantes y ni siquiera si hubo pinchos y refrescos para esos pocos privilegiados. Por supuesto, tampoco de lo tratado. Y hablando de sorpresas, fue muy comentada la ausencia total de representantes de IU y de Podemos, tanto del Ayuntamiento de Gijón como de la Junta General, salvo el alcalde de Mieres, y también la soledad del portavoz del PP en la Corporación local, Alberto López-Asenjo, que llegó, escuchó y se fue solo, ajeno al resto de representantes de su partido, incluida la edil Ángeles Fernández-Ahúja. Y también hubo gaitas, seña de identidad de Álvaro Alonso al frente del ferial. Mientras, la presidenta de la Unión de Comerciantes, Sara Menéndez, hacía de anfitriona de María Calvo, nueva presidenta de la Fade que, por cierto, conoce más que de sobra el recinto. Lo que no hubo este año fueron las concentraciones de protesta sindical o social delante de la puerta principal del recinto, auténtica y real banda sonora (gaitas aparte) de las últimas inauguraciones. Vamos, un clásico. La pandemia pudo hasta con eso.
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