A Francisco Cascos Alonso
ANSELMO MENÉNDEZSUBDIRECTOR GENERAL DE POLÍTICA Y AYUDAS DE VIVIENDA
Martes, 21 de junio 2022, 04:37
Ayer por la mañana, durante mi jornada habitual de trabajo, en Madrid, me comunicaron el fallecimiento de Francisco Cascos Alonso, 'Paco Cascos'.
De inmediato y ... por unos minutos, como suele ser habitual cuando se recibe una noticia así sobre alguien al que reconoces y quieres, el mundo se detuvo. Repasé, a velocidad de vértigo, mi experiencia personal y profesional vivida a su alrededor.
Siendo estudiante de arquitectura tuve ocasión de conocerle a instancia de mi padre.
En la primera conversación que tuve con él ya entendí que comunicarse, lo que se dice comunicarse, con él requeriría de un esfuerzo adicional permanente, si bien también entendí que estaba hablando con un hombre serio, singular y que generaba credibilidad y confianza en su entorno. De criterio tozudo, pero de criterio, lo que no es poco en la España de hoy.
El devenir de la vida hizo que años después me propusiera trabajar con él, a lo que accedí con gratitud y suma curiosidad.
Permítanme no ser objetivo. Fue un hombre de los que se dice 'hecho a sí mismo'. Era un ejemplo de austeridad bien entendida, tanto en la escasez como en la abundancia. Austeridad que, creo, heredaba de su madre, a cuya pericia solía referirse cuando alguien se quejaba de cualquier escasez.
Su peculiar estilo y tenacidad, unidos a su éxito empresarial, acabaron por convertirle en una referencia y un ejemplo en el sector inmobiliario en Gijón y en Asturias. Y por supuesto en Maraña, de donde era originario.
Entendió y sintió el compromiso de la persona y de la empresa con la sociedad y con el bien común como pocos.
Nunca pensaba solo para sí mismo.
Siempre buscaba aunar esfuerzos, colaborar, avanzar juntos, aportar a la sociedad lo mejor en cualquier orden de la vida y por supuesto desde su condición de empresario.
Siempre que paso por la plaza del Seis de Agosto y leo la reseña de Jovellanos me acuerdo de él: «Por fortuna es la sociedad otra cosa que una gran compañía en la que cada uno pone sus luces y sus sombras al servicio de los demás...».
Desde aquí, y respetando su tendencia a la discreción, solo quiero rendirle mi particular y modesto homenaje por haber tenido la posibilidad de aprender de su instinto y de su permanente y ejemplar esfuerzo de superación.
A su familia y allegados trasladarles, en estos duros momentos, que fue un hombre muy querido y tienen motivos de sobra para sentirse orgullosos.
Me considero afortunado por el hecho de que mi vida se cruzara con la suya.
Paco, siempre te recordaré.
Descansa en paz.
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