Persistido e impenitente
La biografía política de Aznar debe ser expuesta y desmenuzada. No merece nuestra indiferencia. Merece que le digamos ¡basta ya de hipocresías y mentiras!
Repaso la trayectoria política de José María Aznar y tengo la incómoda sensación de asistir a un prolongado ceremonial de reconocibles vanidades y a no ... pocas cansinas banalidades. Desde los púlpitos prestados y gustándose a sí mismo, nos reparte con frecuencia lecciones gratuitas sobre lo que es mejor para nosotros, los españoles, y sobre aquello que debemos aceptar ciegamente o rechazar sin consideración.
JM Aznar pactó con los nacionalistas catalanes y vascos en 1996 para entrar en la Moncloa. A los catalanes del imputado Pujol les cedió el 33% del IRFP, el 35% del IVA, el 40% de impuestos especiales y la cesión de competencias en tráfico, desempleo y puertos. Eliminó los gobiernos civiles y prácticamente sacó a la Guardia Civil de Cataluña. A los vascos les incrementó su capacidad fiscal, ampliando el porcentaje de sus recaudaciones en impuestos al alcohol, el tabaco y la gasolina, entre otras muchas cosas. Nunca ningún gobernante hizo tantas concesiones a los nacionalistas.
JM Aznar intentó el fin del terrorismo negociando, aunque sin éxito, con ETA, en el contexto de una tregua declarada por los terroristas. Llegó a calificar a la banda como movimiento vasco de liberación. El encuentro principal se produjo en mayo de 1999 en Zúrich. Antes hubo otros, como el de Burgos, en el que participó Arnaldo Otegi y en el que se pactó el acercamiento de presos. A pesar de ser hechos reconocidos (incluso por los medios afines a la derecha), Aznar siempre negó públicamente estas negociaciones.
JM Aznar participó en las maniobras políticas que impulsaron la guerra de Irak. Firmó la declaración de las Azores, junto con Blair y Bush, en la que se eliminaron alusiones al petróleo y se justificó la invasión por la (falsa) existencia de armas de destrucción masiva. La guerra causó 600.000 muertos y un gran desastre humanitario. Otros pidieron disculpas. Él sigue afirmando que no se arrepiente de nada.
JM Aznar mintió a los españoles al atribuir a ETA la autoría de los atentados de 2004, y mintió a sabiendas, cuando todo apuntaba a un acto yihadista como represalia por el apoyo de España a la invasión de Irak. Y Aznar persistió, y persiste en su mentira sobre aquel suceso terrible en el que murieron 192 personas y tantas resultaron heridas. Nunca pidió disculpas.
JM Aznar tuvo como vicepresidente económico a Rodrigo Rato, condenado a cárcel por apropiación indebida, que utilizó sociedades en paraísos fiscales para ocultar dinero al erario público y que aún tiene varias causas pendientes. Aznar afirmó desconocer los desmanes de su hombre de confianza, de quien destacaba su «pureza política». La economía de España estuvo varios años bajo la dirección de un delincuente y Aznar nunca pidió disculpas.
JM Aznar tuvo en sus gobiernos a varios ministros imputados o investigados por diferentes causas. En la cárcel acabaron Rato, Matas y Zaplana. Algunos, como el vicepresidente Cascos, aún están pendientes de juicio. El presidiario Bárcenas fue gerente del partido el tiempo en el que Aznar fue presidente. Aznar, sin desprenderse de su sonrisa cínica, se lavó siempre las manos.
JM Aznar militó en su juventud en el sindicato falangista (FES) y en los artículos que escribía en 'La Nueva Rioja', siendo inspector financiero, arremetía contra la Constitución (que ahora levanta como bandera) y, entre otras cosas, calificaba al estado de las autonomías de «charlotada intolerable», y acusaba a Suárez y a Fraga de «traidores al régimen» (al régimen franquista, claro)
JM Aznar aprobó 127 decretos ley, fórmula que él critica cuando la utilizan otros. Aprobó leyes polémicas, como la del Suelo, causante, junto con otros factores, de la burbuja inmobiliaria, que tantas ruinas y desgracias ocasionó. Aunque esta nefasta ley fue limitada por el Supremo, abrió las cajas de los truenos inmobiliarios que pasaron a manos de las autonomías. También aprobó una Ley Hipotecaria que permitió a la Iglesia Católica inscribir como suyos miles de edificios (que no lo eran) sin coste alguno.
JM Aznar anda representando a diario, en el escenario de la política, su propia megalomanía, recita en voz alta frases vacías y contradictorias que buscan la explicación de lo inexplicable, gesticula el descaro, interpreta el cinismo y airea rancios dogmas de dudoso fundamento. La dosis excesiva de orgullo, la errónea representación de uno mismo y la conversión de la persona política en ceremonia misma, impide la expresión con palabras lícitas o discursos fundados, dificulta la manifestación de autenticidades asimilables y convierte al actor en marioneta de su propia distorsión. JM Aznar posee una biografía política que debe ser expuesta y desmenuzada. No se merece nuestra indiferencia. Merece que le digamos: ¡Basta ya de hipocresías y de mentiras!
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