Un Gijón para el verano

Gijón, villa solar de Jovellanos, puede que siempre haya sido la ciudad más libre y alegre de Asturias. Lo mismo produce victorias deportivas, que se ... la envaina con alegría si muerde el polvo de la derrota. Mañana entra julio y la ciudad vuelve a lo grande, a coger, con más libertad, el timón del verano y de la noche. Muchas aceras son ya casi sólo terrazas por las que los camareros, bandejas al aire con cervezas y tapas que huelen a gloria, van sorteando chiquillos y paseantes. Nunca las raciones de ensaladilla, de patatas bravas, tortilla y de todo lo demás han tenido el sabor de la alegría y del jolgorio, sobre todo si hay un cubo de cerveza por medio. Todos y todas (como ahora hay que decir), jóvenes y viejos se han vuelto a vestir y a peinarse mejor, a calzar las deportivas y los zapatos de tacón. Uñas y cejas se arreglan para celebrar la vida hacia fuera y dejar tanto sufrimiento encerrado. Y es que, al final, todo el mundo necesita la salud para amar, para olvidar, para tener razón o equivocarse, para salir de fiesta e incluso, fíjense ustedes, para odiar. Porque, además, las ciudades más libres siempre han sido las que están edificadas a la orilla de la mar. Y así, Gijón volverá a convertirse en la capital veraniega con mayor energía de Asturias. Cuenta con museos, restaurantes, hoteles y con la mejor gente y playa del Cantábrico, ahora teniendo que aguantar el peso excesivo de las carnes del personal por tanto sedentarismo, televisión y confinamiento. Nadie, digo, es forastero en Gijón. En Gijón se está y enseguida se es, se venga de donde se venga y con cualquier apellido. El año, ya lo sabemos, ha sido catastrófico, de horas sombrías. El 'rusvinaroco' ha puesto en jaque al mundo con más de tres millones de muertos, pero como dijeron los poetas -y sus palabras son actos- nadie podrá detener el verano. López de Vega anunció que las golondrinas despertarán las rosas y que los ruiseñores alegrarán el campo. Sí, todavía son posibles burbujas de belleza a pesar de los malos augurios sobre este país que no se ha roto ni se va arromper. Empieza el salvaje verano, con las flores del manzano mojadas, ya en el suelo entre los silbidos del mirlo y el planear de las golondrinas. Sol y mar y gente huyendo a la playa. Que la alcaldesa de Gijón Ana de los Oviedos se ponga en bañador.