Historias de la ciudad
Ana González Rodríguez, que vino de los Oviedos para ser alcaldesa de Gijón (desde el 19 de junio de 2019), viste de continuo (pero con ... serenidad y coraje político) como una revisora de ferrocarriles. Ella, a estas alturas de la vida, sabe que el coche por las ciudades está al borde del aniquilamiento, que el mundo va hacia un cementerio de coches, una chatarrería de chapa y neumáticos, hacia una chabola ¡ay! para indigentes. Sabe que el coche va siendo cada vez más un mito de la escapada, del amor furtivo y de la muerte. Desde que Alfonso XIII conducía 30 Hispanos Suizos con todo el bigote; desde el Rolls en el que Luis Miguel Dominguín se trajinaba a Ava Garner, o el Buick de Manolete, el coche ha sido un sueño de reyes, de triunfadores y de toreros. El Mercedes fue coche de capitalistas; hasta que llegó el Audi, coche de engreídos, fanfarrones y de bribones de la política. Ahora Ana, alcaldesa ovetense de Gijón, cuya sonrisa -fíjense bien- se encarama con facilidad hasta sus bellos ojos, nos va queriendo decir que es mejor cambiar los usos y los lujos contaminantes, hacer footing, enmendar la plana y la ruta y caminar más por la ciudad, también por el 'cascayu' que no es -como algunos piensan- cambiar el curso de la circulación cual si fuera el cauce del Amazonas.
A la alcaldesa, que tiene una gran capacidad de encaje, le han dado duro en los últimos meses, pero aguanta diciendo aquello de Temístocles a Euribíades: -Pégame, pero escúchame; además de insistir en lo de: «de aquí no me muevo». Por otra parte, Gijón es un pueblo que cree en la calle, y que su 'genius loci', o espíritu de lugar, sobrevive, no solo en la jarana nocturna, sino, como se sabe, en su playa maquillada por las olas, en su cultura, en su comer, beber, cantar, bailar y echarse a los caminos.
Ahora en el que a todo el mundo le duele todo, tiene que haber gente sobre la que fundar ilusiones de un futuro mejor, de un porvenir iluminado. Gente que sea motor de innovación, terreno de ensayo para las nuevas tecnologías, con espacios libres de contaminación y ruido, de agricultura sostenible e incluso urbana, de iluminación inteligente de las calles y de transporte compartido. O sea, una democracia en acto. Se nos ha ido el año pisando volcanes y matando a toda clase de bichos y de virus. Pero ojo con nuestro virus nacional. Y con Asturias y su desplome.
Se nos ha ido el año pisando volcanes y matando toda clase de bichos. Ojo con Asturias y su desplome
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