El horizonte demográfico
El declive poblacional se mantendrá dando paso a una sociedad frágil que precisa de la actuación de los poderes públicos
El Instituto Nacional de Estadística (INE) realizó un estudio sobre la evolución demográfica de España en los próximos quince años. En la estimación Asturias aparece ... como la comunidad autónoma que en los próximos tres lustros va a perder más población, con 66.921 habitantes menos, lo que supone una mengua del 6,7%. Nuestra región acabará el año 2037 con 939.272 habitantes. El declive poblacional se mantiene, si bien en los próximos quince años no será tan acentuado como en los últimos siete, al pasar de una disminución de más de 6.500 personas anuales, a un decremento de 4.000. Para un territorio que este año quedará por debajo de la frontera del millón, las perspectivas no son halagüeñas.
Contrasta la deriva demográfica asturiana con el comportamiento poblacional del conjunto nacional. En los próximos quince años, España ganará cuatro millones de habitantes, concentrándose la mejora en las dos grandes áreas urbanas de Madrid y Barcelona que tendrán dos millones más de ciudadanos. En términos relativos el mayor crecimiento se dará en las Islas Baleares (25%). En las regiones mediterráneas el aumento superará el 10%, algo que fuera de ese territorio sólo ocurre en Madrid, Canarias y Navarra. El avance se da en todas las regiones, salvo en Galicia, Castilla y León, Extremadura y Asturias, formando una extensión de 176.000 kilómetros cuadrados donde se produce la sangría demográfica española.
El saldo vegetativo asturiano es muy negativo al tener la tasa de natalidad más baja de España y el índice de fallecimientos más alto. Al juntar esas dos magnitudes nos encontramos con que el decrecimiento poblacional se produce a un ritmo casi un 50% superior al de Extremadura, que es la segunda región con peor evolución. En las proyecciones del INE el número de decesos supera al de nacimientos en todo el conjunto nacional, pero la población crece en España gracias a la migración internacional, un fenómeno que apenas tiene incidencia en Asturias. Al final del periodo estudiado, el intercambio entre los asturianos que marchan al extranjero y los nacionales de otros países que se instalan en Asturias deja el segundo saldo positivo más pequeño de todas las regiones. El único saldo favorable de alguna entidad se produce en los flujos poblacionales entre comunidades autónomas, al venir a Asturias 880 personas más de las que se van a otros lugares de España. En 2037 habrá bajado la ratio de extranjeros por cada mil habitantes al 5,5 (en la actualidad es del 8,9) y la edad media de la población habrá subido a los 52,7 años, casi tres años y medio más que ahora.
Ante este horizonte cobran más importancia las ayudas a la natalidad anunciadas por Adrián Barbón, en el debate sobre el estado de la región, y que deben formar parte de los presupuestos del Principado para 2023. El incremento del cheque-bebé, desde los 1.000 euros actuales a los 1.200 para el primer hijo y 1.700 para los siguientes, una subvención que es especialmente sustancial para los concejos rurales en riesgo de despoblación (la mayoría) donde se eleva a 2.200 euros.
También está la ayuda de 1.500 euros anuales para cuidar a niños de cero a tres años en concejos sin guardería pública, o sin plaza en caso de contar con guardería. Elevar la tasa de natalidad debe ser un objetivo prioritario del Principado. En la previsión del INE se contempla la agudización de la problemática asociada al envejecimiento, como es el aumento de los hogares unipersonales. Asturias es la comunidad autónoma con más domicilios ocupados por una sola persona (31,9%). El Principado encara el reto de atender a gran parte de las 145.000 personas que viven solas, una cifra que se elevará en el año 2037 a 163.000. Es necesaria una actuación concertada entre las consejerías de Salud y Servicios Sociales y los ayuntamientos para detectar las personas que están en situación de soledad no deseada y realizar un abordaje de su problemática a partir de la atención comunitaria y la salud mental. El declive demográfico da paso a una sociedad frágil que precisa de la actuación de los poderes públicos.
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