Hoy sí
Un final siempre promete un principio, porque somos de creer en renacimientos. Creer que podemos, por qué no, rebobinar el mundo para que ese beso en el que de fondo sonaba esa canción, sí esa, pueda volver a ocurrir
Hoy es el día de los reportajes de uvas, relojes y tradiciones. Hoy es el día en el que nos acordamos de Mecano y su ... famoso «en la Puerta del Sol, como el año que fue/ otra vez el champagne, las uvas y el alquitrán»; y de esa otra canción -sí, esa-, que sonaba en aquella fiesta de fin de año en la que me miraste y me dijiste ven. ¿Cómo se llamaba? La escucho con claridad. Esos acordes no se pueden perder. ¿Y qué decir de la que tocaban cuando fui yo quien dijo adiós? Esa lluvia que no dejó de caer desde que me marché. Un Romeo que no sabe cantar una canción de amor. Es imposible olvidar una melodía así.
Hoy también redobla por cualquier esquina aquella otra música que nos alegra y nos hace sonreír sin motivo aparente. Nos hace feliz. O, por el contrario, la que hace torcer el gesto porque viene cargada de lágrimas. Y qué tristes suenan las canciones tristes en estas fechas. Mustias.
Hoy es el día en el que nos prometemos a nosotros mismos ser mejores personas; o ser peores. Claro, de estos últimos juramentos también hay y también suenan. Todo suena. Solo hay que saber escuchar. Nos prometemos ser un poco más egoístas, pensar más en nosotros mismos y decir 'no' sin sentirnos culpables mientras entonamos... ¿Qué les apetece tararear? Elijan. A mí, con el corazón en la mano, hoy, un día antes de que 2022 se vaya por fin de nuestro lado, creo que me apetece una de Loquillo. O un par. O todas. Una de mis favoritas es 'El rompeolas'. ¿La oyen? ¿No? Bueno, tal vez sea porque suena, ay, sí, la escucho, 'Cadillac solitario'. Mmmmmm. Loquillo. Me encanta Loquillo.
Hoy también es el día de los recuerdos. Los buenos y los malos. Estos últimos son los más fáciles de abrazar, los más tentadores, sobre todo después de un brindis o dos. Tentadores y celosos. No les gusta compartir mente con lo bueno. Hay que saberlo. Entender que esto ocurre con frecuencia y no sentirse responsable por ello. Sucede y, ¿saben una cosa? No pasa nada porque así sea.
Hoy podemos llorar y reír en un mismo instante porque hoy sentimos de otro modo. Quizá más intenso; quizá más de verdad. Sentir no solo con el corazón, sino con todo el cuerpo. Sentir un beso, un abrazo, una caricia, una lágrima y hacerlo todo como si fuera nuevo; como si nunca antes lo hubiéramos sentido. Y es que un final siempre promete un principio porque somos de creer en renacimientos. Creer que podemos, por qué no, rebobinar el mundo para que ese beso en el que de fondo sonaba esa canción, sí, esa, pueda volver a ocurrir. Aquel beso. Hoy, sin duda, es ese día. Porque mañana se acaba el año y entonces las costumbres y tradiciones nos engullirán y no nos dejarán sentir tanto. La corriente, la marea, nos llevará, pero hoy...
Hoy sí.
Hoy podemos soñar con otro yo, con otro mundo y con otro tiempo. Hoy.
«Nena, ¿por qué no volviste a llamar? (...) Ojalá aquella rubia me mire al pasar (...) Para ti la vida que te lleva (...) Ajeno a las modas que vienen y van (...) Voy de negro por la injusta soledad (...) Dame una sonrisa de complicidad (...) Cuando fuimos los mejores». ¿Lo fuimos? Da igual. Hoy podemos, sí, podemos, brindar en copas llenas de arrogancia. Hoy sí.
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