ArcelorMittal debe respetar las reglas
En Europa debemos mantener las siderúrgicas necesarias y también decirles a los que quieren fabricar con esclavos y contaminando, que para vender aquí tendrán que pagar una tasa que compense su ventajismo
Este martes, según nos transmitía EL COMERCIO, Aditya Mittal nos advirtió de que «el camino hacia las cero emisiones debe ser económicamente viable» para él.
El señor Mittal nos transmite que fabricará en los países en los que le convenga, contamine lo que contamine y deprede laboralmente lo que deprede. Después, nos advierte de que apelará a la liberalización, a la existencia de mercados globales y al respeto a la libre competencia para vender en una Europa de la que habrá hecho desaparecer todas sus siderurgias, tras una carrera a la baja hacia la muerte. Entones satisfará la demanda con el acero fabricado en lugares en los cuales él y otros oligopolistas ponen las reglas.
Europa, que es la cuna de la economía de mercado, debería acordarse de que lo primero que ella exige son condiciones iguales, por lo que sobran los que practican el ventajismo de cualquier tipo, sea humano social o laboral. Y los que además vulneran las reglas que la sociedad global se ha puesto para preservar la existencia de un mundo habitable, porque tanto contamina una tonelada de acero fabricada sin respetar las reglas en la India como en Europa.
Por otra parte, si Europa quiere ser una potencia mundial soberana debe tener en sus manos el control de todos sus medios, y los 'inputs' de producción necesarios para sus actividades, pues, ponemos un ejemplo, si no tiene chapa de acero no podrá producir espectaculares vehículos. Por eso mantener la industria básica propia es esencial, pues, si no, siempre dependerá de otras potencias y estará al albur de cualquier circunstancia sobrevenida: el reciente sobrecosto por los problemas en el Canal de Suez es una lección.
Por eso creemos que debemos mantener las siderúrgicas necesarias y también decirles a los que quieren fabricar con esclavos y contaminando que para vender aquí tendrán que pagar una tasa que compense su ventajismo. Por ello se les debería exigir un arancel que compense no sólo la diferencia de coste entre sus procedimientos y los exigidos en Europa, sino todo el beneficio que obtienen de no respetar las reglas. Para ello se deberá dividir el beneficio total que consiguen para todas sus toneladas entre las que vendiesen en Europa y, después, se repercutiría eso en cada tonelada importada. Ya sabemos que eso les hará imposible vender, pues el impuesto por tonelada sería brutal, pero si quieren liberalismo, ahí lo tienen.
Aclaro que mi opinión es compatible con que estas empresas consideren exageradas nuestras reglas e incluso nuestra postura frente al cambio climático. Y no entro en ello porque el problema es otro: respetar las reglas establecidas en una sociedad. Si quieren participar en el espacio económico de dicha sociedad deben asumirlas. Y si no quieren, esa sociedad tiene el derecho a impedirles su entrada en ella, al igual que no permite poner puestos en las calles a los trileros. Lo contrario es la ley del embudo.
Dicho lo anterior, matizó que nuestra estrategia es muy opinable y que en un mundo que siempre tuvo cambios climáticos, parte de nuestros actuales paradigmas pueden ser fruto de ideas equivocadas o incluso de intereses económicos que manipulan a los incautos. Añado también que, dicho eso, reducir las emisiones siempre es positivo.
Aclaro asimismo que lo dicho es compatible con la obligación de los estados de crear un entorno competitivo para sus empresas, y que en ese asunto el Gobierno español no ha puesto a nuestras empresas electrointensivas en condiciones parejas a las de los países vecinos. Pero no es un ataque a la libertad de mercado el que un gobierno actúe contra quién puede destruirlo. Por eso entiendo la postura de los empresarios que consideren necesarias las ayudas públicas, pero que proscriben que se lleven a cabo acciones para defender el interés de todos. Comprendo también, pero me parece despreciable, a los que por interés propio defienden a los que depredan.
Reiteramos la insoportable y abusiva situación actual, que afecta a toda la Unión Europea, ante la que hay que decirle a Arcelor que si mantiene su postura sobra de Asturias, así como también de Europa.
Por ello, si no se amoldan y continúan sin juego limpio, lo ideal sería que vendiesen voluntariamente. Si persisten en su desafío, hay que actuar sin cortapisas para que Arcelor adopte una política empresarial que respete nuestros intereses.
Y si tampoco cumple, obligarla a vender o expropiarla para inmediatamente revender a inversores serios.
Cerramos con un matiz: no somos partidarios de la estatalización de la economía, pero aunque tampoco lo somos de la violencia, si alguien nos pone una pistola en la nuca lo neutralizamos.
Si no actuamos ya, en 2030, cuando ya estemos inermes, ArcelorMittal desaparecerá de Asturias.
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