Semana militar

El pasado fin de semana, más de cuatrocientas personas se decidieron a jurar bandera en Gijón. Un acto institucional en que los civiles demostramos nuestro amor, o nuestro respeto por la enseña nacional, sin rubor alguno.

Otros cientos de personas visitaron las fragatas amarradas en el puerto para admirar sus dimensiones y medios para conocer cómo trabajan los miembros de la Armada Española en todo el mundo.

Oviedo ya está paralizada por los actos del Día de las Fuerzas Armadas que se celebrarán a final de semana. Hoy desplazaremos nuestros actos del bollu del Martes de Campo y tendremos algunas limitaciones de tráfico toda la semana, pero seremos centro de España en la materia.

Será un dispositivo de seguridad diez veces superior al que se despliega para los Premios Princesa, así que imaginen ustedes de lo que se está trabajando por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y Sus Majestades los Reyes presidirán el mismo en la ciudad.

Estos son los hechos. A partir de aquí, ya saben, gusto para todos. Y hay muchos que critican todo lo que tiene que ver con el Ejército, porque para ellos la maquinaria de guerra es contraria a lo que piensan. Otros, respetando a los demás, somos de los que creemos que tener militares que nos protejan es una de las garantías del Estado. Y no solo eso, sino que ahora que hacía tanto tiempo que no teníamos una guerra cercana, el papel de los militares españoles en las misiones humanitarias de Naciones Unidas ha sido ejemplo en todo el mundo. Bosnia, Mali, y ahora Ucrania, son testigos de cómo trabajan y cuidan.

Y son los mismos a quienes disgusta que muchos españoles juren bandera. Nadie les pide que lo hagan ellos, pero resulta que no pueden hacerlo los demás. Mostrar respeto a la bandera propia parece ser que es contraproducente en un país en que estamos creando una conciencia general de autocensura demasiado grave. A mí me parece estupendo que cuatrocientos gijoneses decidieran mostrar respeto a la bandera de su país, pero si no me gustase, simplemente respetaría su decisión.

En sentido contrario, a mí me disgusta profundamente lo que está ocurriendo en Gaza, como creo que a cualquier persona de bien. Pero no estoy de acuerdo con las acampadas, ni siquiera con la decisión de las Universidades de bloquear convenios con universidades judías. En una guerra siempre hay algo mal, pero no olvidemos que aquí de una parte está un Estado y de otro, un grupo terrorista que secuestra y mata. Y yo, entre esos dos bandos, no tengo dudas.

Pero no voy a protestar frente a las acampadas, porque entiendo que otros tienen otra forma de pensar y respetar al diferente es principio básico de la convivencia.

Por eso, si muchos juran bandera y las fuerzas armadas celebran su fiesta en Oviedo, me parece estupendo. Por mero respeto. Y a quien no le agrade, está en su derecho de pasar el día haciendo cualquier otra cosa.