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Ganar al Osasuna

Miércoles, 29 de octubre 2025, 11:12

Ahora que ya nos hemos dicho de todo. Ahora que ya se nos ha pasado parte de la vergüenza del partido de Copa y ... el cabreo con los jugadores, el entrenador y los directivos del Real Oviedo. Quizá haya llegado el momento de pensar en nosotros. Y no por una cuestión de ego, sino por mantener intacto el respeto y la dignidad de un escudo que se viene arrastrando por el suelo con la excusa del ascenso.

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Sé que no nos merecemos el trato que nos llevan dando desde hace tiempo. Sé que se han volado muchos puentes que hacían sentir estos colores como una casa, como una familia, como una manera de ser y de estar en el mundo. Sé que lo último en lo que todos pensábamos cuando se acercaba la primera jornada del calendario en el año de nuestro regreso, el de nuestro centenario, era tener una brecha social que puede llegar a dinamitar los pocos caminos que aún transitamos. Y sé que ahora mismo navegamos en un mar de desilusión, desesperación y dudas cuando deberíamos de estar con una sonrisa en la cara y el cuchillo entre los dientes porque todos sabíamos que sería un año muy difícil, pero que sería el nuestro.

Pedir a esta afición que esté cuando vienen mal dadas es no saber con quién se está hablando, porque gracias a ella no desapareció el Real Oviedo. No voy a enumerar los interminables logros que ha conseguido a lo largo de su historia porque quién no los conoce, simplemente, no leerá esta columna o es de otro equipo. Pero quizá haya llegado el momento en el que dejar por escrito de que tengo miedo. Y, aunque las redes sociales sean un termómetro que haya que medir con cuidado, hacía muchos años que no sentía esta crispación y este dolor en el pecho. Da igual con quién hable que el desánimo y la desesperación son las palabras que más se repiten. Me preocupa mucho que la brecha social llegue a ser insalvable si no se gana al Osasuna el próximo lunes y la situación condene la temporada con la que soñaba desde niño.

Pero hoy no escribo para buscar culpables. Todos sabemos quiénes son los responsables, pero ni si quiera mencionaré sus nombres. Ya lo he hecho muchas veces. Hoy escribo con el miedo, la desesperación y la desilusión en una mano y él orgullo, él valor y la garra en la otra. Y tengo muy claro cuál va a ser la mano ganadora. No hemos llegado hasta aquí para permitir que esta plantilla y estos directivos se lleven la temporada por delante cuando ni si quiera es noviembre. No hemos llegado hasta aquí para dejarnos llevar por la corriente del pesimismo y el desánimo. Hemos llegado hasta aquí para que el escudo del Real Oviedo vuelva a recuperar el brillo que perdió en los campos del barro. Y a mí no se me ocurre otra cosa que pensar en ganar al Osasuna, animar a mi equipo y no desperdiciar ni un segundo más en personas que jamás estarán a la altura de un club donde sus nombres no formarán parte de la historia. Por nosotros, y por los que se fueron, luchemos hasta el último aliento.

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