La filosofía poética de Machado
De haber vivido hoy, hubiera tratado dos temas que ya señaló en el difícil momento que le tocó vivir y que operan con otros ropajes: la desrealización que hemos hecho en la era digital de todos los aspectos de la vida y la polarización política
El pasado 26 de julio celebrábamos el 150 aniversario del nacimiento de Antonio Machado (1875-1939), uno de los grandes escritores y poetas españoles. En ... palabras de Blas de Otero: «En Machado está presente el pueblo y su patria. Porque Machado es un poeta de la realidad». No quisiera dejar pasar la efeméride sin dedicarle un merecido artículo, haciendo hincapié en el Machado filósofo.
El autor de 'Juan de Mairena' concluyó sus estudios 'por libre' de filosofía pura el 10 de diciembre de 1918. Su afición a la filosofía se manifiesta ya en los versos de 'Soledades' (1903). En 1910 se trasladó a París con una beca para perfeccionar estudios de Lengua y Literatura francesa (fue profesor de francés en los institutos de Soria, Segovia y Madrid). Aprovecha su estancia allí para acudir a las clases de filosofía que Bergson impartía en el Colegio de Francia. Clases que dejarán un profundo eco de confluencia en la obra estético-filosófica de Machado.
Crítico con el idealismo alemán, que le parece una filosofía artificiosa, se abraza a una especie de realismo ingenuo, como podemos observar en estos bellos versos de 'Proverbios y Cantares': «El ojo que ves no es/ojo porque tú lo veas/ es ojo porque te ve». En el 'Cancionero apócrifo de Abel Martín', aparece el personaje heterónimo que Machado utilizará para explorar la relación entre razón e intuición y la función de la filosofía en la vida humana. Afirmaba José María Valverde que «Abel Martín era un acto de ironía, pues su filosofía es irónica, socrática, dada como símbolo de una intuición que no es filosófica y que, por ende, debe entenderse en su conjunto poéticamente».
Abel Martín no se ciñe a los modelos que abundan en la Historia de la Filosofía; para él, la filosofía es el anhelo por ser el filósofo idealista romántico que España debería tener, distanciándose del modo sistemático de hacer filosofía. La metafísica, tanto del maestro Abel Martín como la del profesor Mairena, es una metafísica poética, en la que la revelación del ser se hace en el fluir constante a través de un símbolo perpetuo en la poesía de Machado: el agua.
La diversidad de su superficie en el brotar incesante de las fuentes y en el latido del río, sobre la monotonía de su identidad, revelaron a Machado la riqueza del ser 'vario', perpetuamente distinto y diversamente igual. «Que sería la coordenada esencial del espectro metafísico de Castilla y de la 'lira' de España», como comentaba el profesor de Estética, Santiago Pérez Gago.
Machado también nos habla de la necesidad de establecer una nueva dialéctica, que tanto Plotino como Eckart y Nicolás de Cusa intuyeron: la posibilidad de una manera diferente de vida cognoscitiva, de un modo de pensar carente de contrarios, sin negaciones y que Machado defiende como la «única liberación del reptar de la razón».
Pero la propuesta de Machado parece contradictoria. Si el nuevo pensar carece de negaciones, entonces no puede ser dialéctica, que por definición se despliega por choques de contrarios. Abel Martín le da más tarde el nombre de Lírica o Mágica, para aludir a la unidad que tienen las formas y pluralidades del mundo y la sinergia que la 'magia' obra en los poderes ocultos. Machado pretende recuperar el sentido primitivo del filosofar –ir de la 'doxa' (opinión) hacia la 'aletheia' (desvelamiento de lo oculto)– superando los sistemas conceptuales por una 'panvisión' intuitiva (conocimiento directo e inmediato de una idea o de una verdad, sin necesidad de razonamiento). El pensar poético se da entre intuiciones, no entre conceptos. Y una vez que han sido convictas de vacío las formas de lo objetivo, no sirven ya para pensar lo que es pensar el ser cualitativamente. No hay dialéctica humana que realice el tránsito de un concepto al de su contrario, porque, entre otras cosas, su contrario no existe. El pensar poético no puede ser sino una actividad en sentido inverso al del pensamiento lógico. Por eso, deberíamos realizar lo que ha sido desrealizado; dicho de otro modo: una vez que el ser ha sido pensado como no es, es preciso pensarlo como es; urge, por tanto, devolverle su rica e inagotable heterogeneidad. Esta es la más honda intuición que Abel Martín parece alcanzar.
Probablemente, de haber vivido hoy Machado hubiera tratado dos temas que ya señaló en el difícil momento que le tocó vivir y que siguen operando revestidos con otros ropajes en la sociedad actual: el primero, la desrealización que hemos hecho en la era digital de todos los aspectos de la vida; el segundo, la polarización política actual y que Machado describió con maestría en el poema 'Españolito'.
Con respecto al primero, es urgente que dejemos de confundir el mapa con el territorio, en el sentido de que no debemos confundir los fríos modelos digitales con la inmensa riqueza y heterogeneidad de los procesos materiales. En la era digital en la que estamos inmersos nos hicieron creer que todo es información y por tanto, todo es reducible a cálculos algorítmicos, que significa que no hay diferencias cualitativas entre los procesos que existen entre lo orgánico, lo vivo y los programas de la Inteligencia Artificial. Qué mentira. Los modelos no son la realidad que se escapa a toda modelización, aunque muchas de las decisiones que nos afectan no estén hechas por humanos, sino por los modelos matemáticos creados por estos. Pero existen muchos fenómenos que no son predictibles porque al modelizar tenemos que hacer el redondeo digital, esto es: «contar como un punto lo que en realidad es un intervalo» y en ese salto ignoramos las interacciones, intercambios, vínculos, representaciones, e interpretaciones que constituyen nuestro mundo lírico, mágico, y metafórico. Es inaplazable recuperar el ser de las cosas para pensarlas como realmente son. Como dice Machado: «Confiamos/ en que no será verdad/ nada de lo que pensamos».
En cuanto a la polarización política siguen siendo rabiosamente actuales las dos Españas del poema 'Españolito que vienes al mundo': «Ya hay un español que quiere/ vivir y a vivir empieza/ entre una España que muere/ y otra España que bosteza. Españolito que vienes/ al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas/ ha de helarte el corazón». Qué grande Machado, sus intuiciones poéticas aún nos sirven.
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