Mayo: la Luna, las flores y las elecciones
En este mayo florido y electoral, con luna llena llamada de las flores y poca hierba en los prados, a 18 días de las elecciones ... locales y autonómicas, los que miraban el porvenir en los posos de una taza de café y escuchaban el canto del 'cuquiello' han sido sustituidos por los sociólogos del móvil. De cualquier manera, mi amiga Adelina, meiga gallega, que vive por Ceares, me cuenta, después de tomarle la tensión y decirle que está normal, que hay miedo a un frente popular. Saca mi amiga una frasca de orujo de alambique y me sirve (y se sirve), en la galería de su casa, una copita. Una galería de madera que da a un patio con retrete antiguo, ropa tendida, dos gatos negros, canalón de zinc desvencijado y un nido de golondrinas en el alero.
Ultima mente, -dice Adelina- me viene a consultar mucho trastornado (de derechas, de izquierdas y hasta del Centro). Mucha manía persecutoria, muchas paranoias; así que yo estoy pensando que tanto ser de izquierda como de derecha es una de las muchas maneras de ser imbéciles. Este país ya no se sabe de quién es, se parece a una eterna batalla del Ebro entre rojos y azules. Pero bueno, la verdad es casi todos los nuevos políticos llegan a estas elecciones sin pasado, sin pecado concebidos, sin artritis. Son todos muy jóvenes. Esperemos que entiendan que la vida y sus problemas no se resuelve apagando y encendiendo un ordenador. La juventud de hoy - y Adelina sirve otra copita de orujo- son más verdes que rojos. Ya no queman coches ni hacen barricadas. Hay mucha apatía, desinterés y despego hacia la política. Los nuevos y viejos partidos siguen desgastándose con su palabrería y su filibusterismo parlamentario. Aquí, a la alcaldesa de Gijón, Ana, le ha clavado su propio partido un rejón de muerte. Adelina tiene los ojos llenos de melancolía. Me dice que este es un perro mundo, una perra vida, y que, aunque algunos dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios, eso no es así. Somos un pueblo de hoguera fácil. Sentimos tanto furor por el escarmiento ajeno que preferimos causar dolor que defender nuestros intereses. Internet ha convertido el mundo en un patio de vecindad, y en ese patio vive hoy la España de la insidia, del infundio y del bulo.
Mientras, las golondrinas, negritas y vivarachas, como dice Juan Ramón Jiménez, entran y salen del nido. Esnalan, van y vienen, se ponen en los alambres de la luz, gorjean un instante y vuelan hacia los últimos prados de Ceares, y por sobre el cercano cauce del Piles. Es lo que hay.
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