Pedro Braña, en concierto

Aquí, en Avilés, al lado mismo de la calle Rivero, donde vivió su juventud otro Hijo Adoptivo de Sevilla: Armando Palacio Valdés, para quien Candás, en su juventud, fue un paraíso. Aquí, digo, en la calle de la Fruta, salón del Hotel Cuarenta Nudos, fue presentado ante un numeroso público, la biografía del candasín, nacido en La Baragaña, en 1902. Nacido marinero para ser luego Sevillano de Adopción (director de su Banda Municipal de Música, y medalla de Alfonso X el Sabio. Y gijonés y avilesino de devoción y cariño después de su jubilación. Una jubilación creadora que duró casi treinta años, amplia y rica de resonancias musicales en la Villa del Adelantado, en la que Candás, su pueblo, poco tuvo que ver, y no precisamente por culpa del Maestro. Sí, en Sevilla, en donde Pedro Braña tiene una calle, la música de este candasín no fue una voz que clamara en el desierto. Suena la música de Pedro Braña, música de marcha procesional inspiradísima, incontenible y bailaora, a veces como una gasa murmurante, o arrullo de soleares que enciende en la noche los balcones y azoteas de barrios y calles. Era entonces, el genio afinadísimo y genial de su batuta el que daba perfiles marineros y asturianos al aire hispalense y meridional, y que hacia ponerse de largo a la Macarena y al resto de Vírgenes y Nazarenos de Sevilla. Nosotros, los que lo conocimos, siempre lo diremos: «Fue nuestro genial músico».