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Los datos ofrecidos el lunes por el Patronato de la Fundación del Centro Niemeyer sobre el número de visitantes-participantes de sus actividades en 2024 ... indican un cierto estancamiento respecto a años anteriores. Con una cifra de 204.659 usuarios, el crecimiento ha sido de un casi inapreciable 1,6 por ciento respecto a 2023, lo que nos indica la existencia de una tendencia plana. Si estos datos se dieran en una empresa normal, de producción o de ventas, estaríamos hablando de una situación hasta cierto punto preocupante porque lo normal es que desembocara en un declive paulatino con el tiempo. Si no aumentan las ventas, si se cae en tareas rutinarias, repetitivas, si no hay sorpresas, alicientes o captación de nuevos 'clientes', lo lógico es que ese 'crecimiento cero', o cercano, al final acabe creando problemas de cara al futuro.
El Centro Cultural Internacional Óscar Niemeyer nació con el doble objetivo de ser un referente cultural con una gran ambición y a la vez generar por si solo una actividad económica, social y de imagen de la ciudad y de Asturias, cuyo máximo exponente hasta ahora ha sido el incremento del turismo desde el año 2008, fecha en la que se llevó a cabo la colocación de la primera piedra del equipamiento. Y de hecho, el único dato realmente positivo del pasado ejercicio y de los anteriores ha sido precisamente el de acoger cada vez más eventos y congresos. Bueno para el Niemeyer, bueno para la ciudad.
El centro colabora sin duda con sus actividades en el poder transformador de la cultura para el desarrollo humano y social, ese vehículo para la educación, la formación de valores, el fomento del espíritu crítico, lo mismo que el de la creatividad y la innovación. Hasta ahí, todos de acuerdo. La cuestión es analizar si realmente está cumpliendo las expectativas que había generado o no. Y creo que no hacen falta demasiados análisis para convenir en que se necesita una reflexión profunda, similar a la que haría cualquier empresa: análisis de situación, planificación, innovación, diferenciación, escuchar al 'cliente' y lógicamente aprovechar las fortalezas, que en este caso son muchas.
Los datos conocidos esta semana denotan una cierta complacencia por parte del Patronato de la Fundación, que se limita a comprobar que salen los números y que la actividad trata de alcanzar un alto estándar de calidad en las exposiciones fundamentalmente. Lo demás sigue siendo apostar por lo conocido más o menos, no hay 'sorpresas', hay poca capacidad de innovación. Hay una programación de teatro que no estaba prevista en un principio, ya que el Palacio Valdés es por derecho propio el gran referente en el país de autores, actores y compañías para elegir Avilés como su lugar de estreno. Lo mismo se puede decir del cine: un simple traslado de esa actividad desde la Casa de la Cultura. Se habla del éxito de 'Suena la Cúpula', conciertos de mucha calidad para una audiencia limitada. Y ausencia de 'sorpresas', en forma de grandes conciertos o eventos que por sí solos provocan el interés general.
Es un hecho que el centro no genera la ilusión y la expectación que pudo tener en otro momento. Esa gran plaza abierta al mundo que definió Óscar Niemeyer sigue vacía o casi; de la torre apenas si se habla, entre otras cosas porque poca gente sabe si ese restaurante funciona a diario o bajo demanda: su oscuridad diaria es patente hasta en fines de semana. La poca 'gracia' del funcionamiento de la cafetería también llama la atención.
¿Cuanto hace que no se abre el escenario exterior? Se habla de calidad, pero ¿acaso un festival como La Grapa no la tiene como para haberlo rechazado? ¿Esa plaza no puede acoger fines de semana de conciertos de bandas asturianas dirigidas a un publico más joven? ¿Se ha conseguido que todos los escolares avilesinos y de la comarca pasen como una actividad extraescolar por el centro en una visita guiada para fomentar su aprecio por el propio centro y por la cultura y que no sea algo puntual?
Nos podemos conformar con lo que hay, que no es poco. El Centro Niemeyer sigue siendo el espacio cultural de Asturias con más visitantes anuales, según los datos del pasado año referidos a los once museos y centros gestionados por el Principado, por delante del Museo de Bellas Artes, Laboral Ciudad de la Cultura o el Jurásico. Incluso a nivel nacional, si se busca una referencia en los mismos museos y centros estatales, solo el Museo Arqueológico Nacional está muy por encima, mientras que el Centro Niemeyer está más o menos en las mismas cifras de once equipamientos y por encima o muy por encima de otros once.
Se dice desde hace tiempo que lograr nuevos patronos es muy difícil –como todo, me imagino, otra cosa son las gestiones que se hagan, quién y ante quién–, y se celebran las colaboraciones puntuales con el Museo del Prado, el Reina Sofía, el IVAM o con empresas como Telefónica, la Fundación Mapfre o Masaveu... Pero ¿no se puede aspirar a más? ¿No se pueden convocar algunas reuniones de personas ligadas a la cultura e incluso de otros sectores de donde puedan salir apoyos a las gestiones o nuevas ideas?
Todos los detalles anteriores denotan esa cierta complacencia del Patronato de la Fundación a la que me refería, que parece conformarse con lo que hay –nadie niega el incremento presupuestario del Principado– en el aspecto programático, pero que tampoco dice nada sobre la imperiosa necesidad de un mantenimiento permanente y una adecuación del entorno, que ya no resiste más el actual estado de cosas, ofreciendo una imagen poco adecuada para un equipamiento del que cabe esperar mucho más en todos los aspectos y que ahora se dispone además a abrir por fin el párking subterráneo como otro servicio sobresaliente. Hay mucho margen de mejora.
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