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Sigo dándole vueltas a por qué en los últimos años a esta ciudad le cuesta tantísimo sacar adelante proyectos de futuro. Si Gijón es como ... Teruel y también existe, es difícil comprender por qué seguimos sin estación intermodal; a cuento de qué hemos normalizado que tengamos que esperar por un Alsa a la intemperie, llueva, nieve o ventee a placer, o que continuemos a la espera del prometido plan de vías, los accesos a El Musel, el PERI de Cimavilla y un sinfín de cosas más a las que se acaba de sumar Naval Azul.
Y todo esto me ha venido a la mente porque, gracias a la bendita hemeroteca, y tal y como ha recordado y recuerda estos días EL COMERCIO, resulta que hace treinta años, en mayo de 1995, en una misma semana, fuimos capaces de inaugurar una nueva playa (la de Poniente, el 3 de mayo) y de reabrir al público el Teatro Jovellanos (el 5 de mayo). Ese mismo año, y sin dilación alguna, se sentaron las bases para urbanizar el resto de Poniente con los 'famosos' edificios barco, se puso en marcha la idea de crear otro arenal en El Arbeyal, se iniciaron las conversaciones para lo que luego sería el Parque Tecnológico de Cabueñes y nos preparábamos para el mítico concierto de los Rolling Stones en El Molinón, el 22 de julio. Así, sin despeinarnos.
Parece ser, tal y como dejó patente el reciente apagón que paralizó el país, que lo antiguo funciona y que se impuso ante tanta inteligencia artificial. Lo analógico, incluso en política, no debería acabar en la papelera. Sería un error.
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