De Norte a Sur y de Este a Oeste, España está regada de ciudades costeras que celebran sus fiestas con potente salva pirotécnica lanzada desde ... sus playas. Tenemos aquí cerquita la Concha, en San Sebastián, que acaba de cerrar su 60 Concurso Internacional de Fuegos Artificiales, disparados desde el mismísimo centro del paseo marítimo. Ni qué decir de Altea, en Alicante, que este 9 de agosto festejó su emblemático Castell de l'Olla desde su gran arenal. También Blanes, en la Costa Brava; Málaga o San Sebastián, con su playa de El Sardinero a rebosar la noche de su día grande el pasado julio. En Bouzas, Vigo, llenan el firmamento de colores utilizando la orilla de la ría como platataforma pirotécnica. Y no creo que nadie le discuta a los valencianos, que algo saben de piroctenia, dónde desplegar sus mascletás o si deben celebrar su estruendosa fiesta de San Juan en la Malvarrosa.
La lista es larguísima y podría seguir así hasta el final de este artículo. Por eso, cuando supe que Demarcación de Costas de Asturias prohibía a Gijón lanzar sus fuegos también desde San Lorenzo y Poniente, pensé que no solo se debía a un supuesto caso de seguridad. Dicen en Costas que se buscaba evitar eventuales situaciones de peligro debido a la masiva afluencia de público a las playas la Noche de los Fuegos. Y me pregunto: ¿qué hacemos entonces permitiendo el Festival Aéreo? ¿No es igual de peligroso? Propongo que para 2026 haya un nuevo punto de lanzamiento de fuegos en Gijón: la franja de Naval Azul.
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