Me ha resultado interesante y poco tedioso el debate de orientación política. He escuchado cuestiones sugerentes ante problemas reales y no pocas de las 65 ... medidas anunciadas desde el Gobierno me parecen atinadas. El tema de la tasa turística potestativa, del que se venía hablando ya, es una de las medidas para paliar un impacto negativo, por el desordenado aumento de la demanda y los años perdidos para planificar un aumento previsible de visitantes. El propio Adrián Barbón recordó a Pedro de Silva y el eslogan del 'Paraíso Natural' como presagio certero de lo que iba a suceder. Pero, como ya escribí hace unas semanas, no se tomaron las medidas adecuadas ante la avalancha que, tarde o temprano, nos iba a llegar. Lo de las matrículas universitarias gratuitas, asunto que me queda cerca, es una clara medida de justicia social, al condicionarlas a la economía familiar y al rendimiento. Este último, en tiempos donde las exigencias para promocionar están relajadas, me parece fundamental en una política de izquierdas. Recuerdo a mi mentor político, Cándido García Riesgo, gran concejal de Educación en el Oviedo de los ochenta, que siempre decía que hay que igualar por arriba y nunca por abajo. Esa era la redención de los menos favorecidos, pero más capaces. No debiéramos perder de vista ese aserto. En la misma línea, la política de deducciones fiscales, parece, a falta de mayor concreción, un compromiso coherente con un gobierno progresista.
El presidente, en réplica a la trabajada intervención de la señora Tomé, reconoció desgastes y carencias en lo que ha sido el buque insignia de la gestión del Principado: la sanidad pública. Creo que la ciudadanía de a pie, entre la que me encuentro, tiene claro el carácter prioritario y basal de la salud pública y sus medios personales y materiales. El aplazamiento de consultas, la carencia de médicos, enfermeras y demás imprescindibles en consultorios y hospitales es una de las conversaciones más frecuentes entre los asturianos; siempre tras reconocer la calidad de lo que hay. Calidad, pero insuficiencia. Y aún más apremiante es el cuidado de los cuidadores; las residencias y las instituciones que gestionan la atención a la ancianidad y a la dependencia.
Arriesgado, pero digno de atención, es el compromiso en relación con el alquiler de pisos y la mediación incentivadora y garantista de la comunidad autónoma frente a arrendadores e inquilinos. Y no pocas cosas más, algunas propuestas desde la oposición, que se irán viendo en el resto de la legislatura y a las que prestaré atención y análisis.
Pero, como reza el título de este comentario, a mí –y creo que a muchos más– se nos apareció un fantasma que viene asomándose desde hace siete décadas. Salió a colación la vinculación de una política energética, ambiciosa y novedosa, a nuestro futuro industrial que, sin más, es nuestro futuro. Y también movió la sábana el ectoplasma de las comunicaciones: la autovía del suroccidente, esperando poder llegar un día a Salas y desde El Regueirón a La Espina. Y, claro, como es la ambición de este Ejecutivo y alguno anterior, prolongar, vía Tineo, la infraestructura hasta Toreno o Ponferrada. Antes que nada, digo que es importante esta comunicación y apelo, como cuestión sensible, nuevamente a lo sanitario. Cangas del Narcea, con su hospital comarcal, no puede estar tan lejos del centro de la región y del HUCA.
Los demás centros asistenciales sí disponen de autovía (con la excepción, también lamentable, de Arriondas) y no se debería hablar de fusión de áreas sanitarias con una situación como la de Cangas. Y dicho esto, recuerdo mi alineación con la plataforma que pide que se retome lo que siempre estuvo previsto: cohesionar norte y sur del oeste asturiano uniendo las dos autovías, lo que, de paso, en muy pocos kilómetros, permitiría aliviar enormemente la 'Y'. Pero, ¿por qué hablo de fantasma? Pues porque, como ya he dicho, al comienzo de la andadura del autogobierno regional, cuando en los debates del Informe Comunidades Autónomas que propiciaba el Senado en el Instituto de Derecho Público de Barcelona, al extractar las preocupaciones de las instituciones asturianas, siempre salían a colación las heridas de la radical reconversión industrial y las comunicaciones. Recuerdo al profesor Joaquín Tornos diciéndome que, en Asturias, la solución a esos grandes problemas dependía de Madrid. Y ahora, aunque la comunidad gestione –y bien– numerosas competencias transferidas, en materia energética o de infraestructuras viarias de calado, seguimos dependiendo del Estado. O, si se quiere, de sus Presupuestos. Y ya sabemos lo que ocurrirá si alguna sanguijuela autonómica succiona a su gusto, con una financiación propia, buena parte de lo que ahora son ingresos del Estado. Por eso, con todo, la primera medida a comprometer es la defensa férrea de una financiación no sólo justa y suficiente –hasta donde pueda ser–, sino solidaria y sin más privilegios que los que ya permitió, sin éxito –el PNV no la votó–, la Constitución de 1978.
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