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1.Huelga decir que la huelga es, a la par que una protesta, una interrupción o paro colectivo de la actividad laboral por parte de ... los trabajadores para reclamar mejoras en su trabajo
2. Huelga señalar que, con la evolución de las reivindicaciones, hay paros legales e ilegales, incluso salvajes. Huelgas sectoriales y generales. Y también hay huelgas de celo o de brazos caídos. Igualmente son bien conocidas las huelgas de hambre, a veces dramáticas o las huelgas de consumo para ayudar al personal de ciertos sectores de la cadena productiva. Y muchos más adjetivos, algunos exóticos.
3. Huelga recordar que no sólo en las empresas se declaran huelgas. También son muy conocidas las de estudiantes. Participé en algunas, en la Facultad de Derecho, que solían complementarse con manifestaciones que, en mis años de alumno, eran todas ilegales y solían acabar a carreras, o peor. También mi promoción se declaró en huelga con respecto a una asignatura, por el comportamiento de un docente y aquello acabó como el rosario de la aurora.
4. Huelga abrir una enciclopedia para saber que, sin salir de España, hubo huelgas de dimensiones y trascendencia histórica. Tal fue el caso de la general revolucionaria de agosto de 1917, convocada por UGT y PSOE y violentamente reprimida por los militares; la de la Canadiense, en Cataluña, en febrero de 1919, auspiciada por la CNT y otras muchas. Pero no olvidemos, estos días, que el 22 de mayo de 2012 se declaró una huelga general educativa, en todos los niveles docentes, para defender la enseñanza pública, justo al comienzo del mandato de Mariano Rajoy.
5. Huelga hacer memoria de la de 14 de diciembre de 1988, que recordaré por haber pillado una neumonía. Curiosamente, en la cálida Murcia. Allí, mi tren llegó con algo de retraso, con lo que, a las cero horas, ya no había ni autobús ni taxis y, en una noche inusualmente gélida, tuve que caminar casi tres kilómetros con una indumentaria de poco abrigo. La ciudad, como toda España, se quedó muerta. Ni servicios mínimos vi en muchos centros públicos y privados.
6. Huelga tener que exhibir la autoestima asturiana para saber que la Huelgona por excelencia comenzó, en plena Dictadura, el 7 de abril de 1962, tras el despido de siete picadores del pozo Nicolasa y la protesta se extendió a todas las cuencas mineras de España. Dado el contexto de falta de libertades, fue una contestación heroica que ya ha quedado impresa en los libros de texto.
7. Huelga, por impúdico, trasmitir que soy nieto, hijo, hermano y padre de docentes de los que, actualmente están en la protesta educativa de Asturias y, por ello, me siento conocedor y solidario ante las carencias y desigualdades que denuncian estos colectivos.
8. Huelga recordar que nuestra bendita Constitución considera el derecho de huelga como fundamental y susceptible de amparo en su artículo 28.2, para la defensa de los intereses de los trabajadores, respetando los servicios esenciales.
9. Huelga, por sabido, traer a colación que ni Gobierno, ni Parlamento ni agentes sociales han sido capaces de promover la aprobación de la ley orgánica que preceptúa nuestra Constitución y seguimos rigiéndonos por un Decreto-ley de 4 de marzo de 1977 que, ingenuamente, prohíbe toda huelga con finalidad política y que requeriría, ciertamente (es mi criterio, ya sé que no pacífico), de una renovación normativa acorde con los tiempos y garantizadora de derechos de todos los afectados, activa y pasivamente.
10. Huelga lamentar que este conflicto que estamos padeciendo en Asturias y que afecta a alumnado, docentes, padres, cuidadores y acompañantes y transporte escolar siga enquistado e incluso –leo– ha habido algunas barricadas y se prevea para hoy, domingo a las doce, una masiva concentración ante la consejería competente, cuya titular ha debido dimitir. Odio que la situación se radicalice y que los negociadores puedan llegar a amenazas severas ante lo que se considere intransigencia o cesión insuficiente de la Administración educativa. El valor sanador de la palabra, del diálogo, debería bastar para apaciguar una situación próxima al caos. Siempre, claro, que se crea que las personas que pactan, son de palabra.
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