Falsos principios

Muy pronto, defender derechos sociales, laborales y de los trabajadores quedó para los discursos y poco más. Evidenciaron un claro desapego y abandono de los trabajadores, hasta el punto de no figurar en sus cargos referentes de estos. Su contenido político ha consistido, fundamentalmente, en pretender imponer nuevas ideologías sociológicas. Se pueden resumir en: doctrina de ideología de género radical, doctrina feminista inquisitorial para los demás, incluso dejando al margen la biología, y doctrina verde que tiene que ser ya, aunque no estemos preparados y resulte traumática, con negativas consecuencias para los trabajadores de aplicarse sus políticas de descarbonización inmediatas e intransigentes.

El balance de lo que han aportado es más que decepcionante y preocupante. Se han alineado con un sistema de ideologías propias del neoliberalismo y del globalismo, que los ha asimilado. Se han convertido en colaboradores necesarios de las oligarquías financieras y sus estrategias. Con su política de nuevas ideologías sociológicas se han incorporado a esa idea de pensamiento único que no se discute, institucionalizado para imponerlo y estratégicamente extendido por occidente a través de agendas nada claras. Ahora se descubre cómo estaban pervirtiendo sus principios. Son como ese poder de la Iglesia que te impone intransigentemente su moral, mientras que para ellos es de aplicación más que laxa. El mal llamado 'caso Errejón' es mucho más que lo que nos quieren hacer ver: lo sabían todas las formaciones –Podemos, Sumar, en especial Mas Madrid….– y desde hacía tiempo. Por tanto, todo indica que alguien ha calculado bien el momento conveniente para que esto salga a la luz pública. ¿A quién beneficia? Es la pregunta que nos pone sobre la pista. Podemos dice haber informado a Sumar en 2023. ¿Por qué siendo una agresión sexual no lo denunció, al menos públicamente, ya entonces, máxime al comprobar que Sumar no tomaba medidas?

Loreto Arenillas era diputada de Mas Madrid en la Asamblea de Madrid, portavoz en las comisiones de Juventud y Mujer, donde destacó por ser muy activa en igualdad de género, políticas inclusivas y feministas. También fue jefa de gabinete de comunicación de Errejón. Es quien se encargó de encubrirlo, poniéndose en contacto con alguna de las víctimas para que guardara silencio. Tras ser cesada declaró: «Me siento un chivo expiatorio para ocultar errores». Elocuente y revelador sobre el alcance del caso, que evidencia tener mucho más calado e ir mucho más allá de Errejón.

Sumar queda en absoluta evidencia al asegurar que «los mecanismos de detección han fallado». La realidad es que fallaron los que sabían, las que dicen no saber sabiendo, las responsables que lo encubrieron y presionaron a las víctimas. Y lo más determinante: falló toda la estructura y sus falsos principios. Creen ser el feminismo, cuando su feminismo corroe lo que toca.

Ahora, sorpresa, se impartirán a sí mismos clases de feminismo. ¿Pero no lo sabían todo ya? Mientras, continuarán queriendo adoctrinarnos a todos, incluida la formación sexual de los niños en los colegios. Para llegar hasta aquí, retratándose claramente con sus falsos principios, no hacían falta estas alforjas. Tienen que depurar todas las responsabilidades, en toda su amplitud y dimitir.

En política nada es casual y las coincidencias se suelen prever. En estos momentos parece necesario recordar cómo Pablo Iglesias, siendo vicepresidente del Gobierno, celebraba la victoria de Biden en las elecciones de EE UU. No hace mucho disertaba sobre «el fascismo putinista». Pero recientemente ya ensalzaba a China como potencia nada belicista. A día de hoy, Monedero se suma al oportunismo apuntando a los BRICS como la vacuna contra el fascismo.

En sus propias palabras aseguran «cabalgar contradicciones». Resulta bastante revelador el momento, los secretos a voces que emergen como por sorpresa, y ya disertan sobre oportunidades para iniciar el nuevo giro. Tal parece que se estén preparando para un nuevo cambio de caballo. No conformes con el daño hecho a la izquierda y a los trabajadores, que lo será por décadas, amenazan ya con seguir montándoselo. Para todo este conglomerado la catarsis se hace imprescindible.