¿Ley mordaza Pedro Sánchez?

El claro objetivo inicial era tender una cortina de humo que tapase una serie de asuntos muy activados y comprometedores para el Gobierno que, a diario, estaban en la prensa y los medios de información. También, y utilizando a su esposa, pretendió hacernos creer que eran víctimas de una de una persecución organizada que ponía en peligro la democracia.

Nada más lejos de la realidad. El asunto personal es cuestión de transparencia, es decir, con una comparecencia pública explicar convenientemente las actividades profesionales y demostrar no haber transgredido las incompatibilidades y/o tráficos de influencia y, por consiguiente, presentar querella contra quienes publicaron una serie de acusaciones si estas son falsas.

No es de recibo llevar a término un montaje de casi una semana desde la presidencia del Gobierno, y menos para trasladar un asunto personal a toda la sociedad. Pero lo más inaceptable es utilizarlo para decirnos que peligra la estabilidad de nuestro modelo de sociedad. Si por algo así peligra la democracia, es que no lo es.

También con ello se enviaba un mensaje a todos los socios de gobierno, tensar la situación y que lean bien el momento. Si caigo yo, ya sabéis que os espera. Hace algún tiempo Pedro Sánchez ya expuso que incluso había que ir a superar el estatus del propio partido PSOE y que lo importante era ver los resultados de fuerzas progresistas y desde ahí configurar mayorías. Tal vez él se ve actuando como si de un crupier se tratase.

La realidad es que todo este despropósito tiene el fin de servirse del poder para autoprotegerse ante decisiones y/o actos poco claros, además de utilizarlo para justificar un recorte en la libertad de expresión. Al final, quien paga todo recorte en derechos y libertades es la sociedad en su conjunto y especialmente las clases medias y bajas. Es como en las guerras: quienes mueren en los campos de batalla son los trabajadores y sus hijos. Los poderosos y gobernantes tienen muchos medios y recursos para defenderse y protegerse. Sólo nos faltaba que nos trasladen sus cuitas para resolverlas, a la vez que insultan nuestra inteligencia al decirnos que es por la democracia.

Con este tipo de cosas es para preguntarse por qué lo llaman política y políticos, si ya no lo es, ni lo son.

Unos días después nos regalan un nuevo capítulo de utilización repugnante. El 1 de mayo día de las trabajadoras y trabajadores, en la manifestación celebrada en Madrid, aparecen en lugar destacado, con notorio protagonismo, ministras y ministros del Gobierno. La vicepresidenta primera Maria Jesus Montero suelta su mitin y nos dice que todo ha sido y es para «defender la democracia y las instituciones». Otros miembros del Gobierno también tomaron el micrófono. ¿Siendo el día de las trabajadoras y trabajadores, esos lugares destacados en la manifestación no deberían haber sido ocupados por representantes de colectivos en conflictividad y, a la vez, que estos mismos hubiesen tomado los micrófonos de los que se sirvieron los gobernantes? Era el día de las trabajadoras y los trabajadores y no de los gobernantes y sus asuntos.

Otra utilización que se busca en este tipo de manifestaciones como la del 1 de mayo, es simular un clamor popular para sus intenciones revisionistas, dado que donde convocan para ello la afluencia no es la apetecida.

Pues eso, que la manifestación del 1 de mayo era para pedir recortes en la libertad de expresión y legislar al antojo, por ejemplo.