'Tenderosaurius rex'
Como es de sobra sabido, se encuentra al borde de la desaparición. Con su capacidad de adaptación al medio, sobrevive a la sequía y la contaminación ambiental, más sufre ante la tecnología, el e-commerce, los marketplaces y el doble clic
Les propongo que un día cualquiera se adentren en un pequeño comercio de esos que hay por su barrio. Excluyo de esta sugerencia las grandes ... cadenas de distribución, oficinas bancarias (donde aún las haya), o embarullados centros comerciales, y me centro en la tienda familiar de toda la vida, ese garito de unos pocos metros cuadrados con un solo baño unisex de emergencia, que a veces hace también las veces de improvisado almacén.
Si se adentran en ese establecimiento, es posible que se topen con una de estas especies, macho o hembra, lo mismo da, aguardándole en su interior. Todo un 'tenderosaurius rex' en versión humanoide, dispuesto a recibirle ese día en un local limpio y ordenado, adecuado para acogerle en horario comercial, es decir de sol a sol. Este espécimen le atenderá apresuradamente si usted tiene prisa, o despacio si tiene todo el día; como si quiere pasarse allí media mañana, allí se quedará con usted. Se adaptará a su ritmo, a su carácter y a sus manías. Le obedecerá en todo aquello que usted le pida y le enseñará cosas. Le sacará de alguna parte, quizás de ese almacén oculto en la trasera, el objeto por el que usted ha preguntado, y hará todo lo posible, en ese más o menos breve lapso de tiempo que dura su encuentro, por satisfacer sus preguntas, por ayudarle y por agradarle. Si usted hace una gracia, se la reirá, aunque no tenga ni pizca. Si en cambio duda, esperará pacientemente. Se mostrará de buen humor, aunque él o ella tenga un mal día, o esté disgustado por algo. Le aconsejará según su larga experiencia y, casi con toda seguridad, le dará la información que usted precisa, aclarando sus dudas. Incluso puede ocurrir que si usted le cuestiona el precio que le ha indicado, trate de acercarse a su pretensión o añada un detalle a su oferta. En definitiva, durante todo el tiempo que decida estar allí, será usted su absoluto jefe. El 'boss' que da órdenes, pincha, corta y manda. Luego, cuando usted se haya ido, recogerá todo lo desordenado, limpiará el suelo con una fregona si ha entrado con los zapatos mojados. Y le habrá despedido en la puerta amortiguando con su sonrisa ese frío 'ya lo pensaré', o esperando un 'gracias', que a veces ni siquiera eso le llega.
Si me ha hecho caso y ha probado esta experiencia, enhorabuena: ha tenido usted un encuentro con un ejemplar endémico, con una especie en extinción. Se ha topado, en la espesura urbana, con un 'sapiens tenderis'. Habrá experimentado un breve episodio de genuino trato humano, ajeno a las nuevas tecnologías y carente de inteligencia artificial. Habrá vivido en directo y en persona el milagro de la conversación, el intercambio de pareceres, el diálogo y la comunicación gestual. Puede que, si ha tenido fortuna, haya tenido incluso algún contacto corporal, estrechando su mano al salir.
El 'tenderosaurius rex', como es de sobra sabido, se encuentra al borde de la desaparición. Con su capacidad de adaptación al medio sobrevive a la sequía y a la contaminación ambiental, mas sufre ante la tecnología, el e-commerce, los marketplaces, y el doble clic. El rex lucha contra su destino, y trata inútilmente de combatir el -30%, el 2x1, el porte gratis, la devolución en 12 meses o la desinformación vía Youtube; la comparación sesgada, implacable y feroz, le dobla la cerviz. El TR tiene más moral que el Alcoyano, el pobre, pero se le acaban los pastos y no puede alimentarse a base de vacuos consejos, o de solucionar chollos al resto de moradores de la jungla urbana.
Por todo ello, y como última sugerencia, me permito recomendarle que si ha congeniado con un ejemplar de TR durante el tiempo que pasó en su guarida, le proponga hacerse un selfi, y archive esa foto en su nube, de recuerdo. Le ocurrirá como a todos aquellos que se hicieron en su día una instantánea junto a las torres gemelas de Nueva York. La guardará con todo el cariño para la posteridad, y les enseñará esa rareza a sus nietos, si es que aún se llaman de ese modo cuando los tenga (quien sabe, igual son ya 'descendientes consanguíneos de crianza en segundo grado'). Entonces, usted les contará a esos atónitos jóvenes: «Mirad qué foto más curiosa tengo aquí, posando con un tenderosaurius rex en todo su esplendor, en estado silvestre, sin enjaular. Y además, me dijo que era autónomo».
El problema puede ser que los niños quizás le pidan que alguien les acompañe a la cama, impresionados y aún llorosos, y que les dejen la luz encendida para evitar pesadillas, ante su inocente visión de tan majestuoso y raro ejemplar.
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