Epístola a los españoles
Como la gente ya no lee a Valle-Inclán, no sabe que esto que vivimos es el esperpento hispánico
Hermanos, hermanas y amigos y amigas españoles y españolas, la verdad es que no sé qué deciros. Menos mal que se acerca el verano, y ... que con el calor que se nos viene encima cualquier preocupación política no tendrá cabida en nuestras asadas cabezas. Vi a Pedro Sánchez oficiar de sacerdote fúnebre, pidiéndonos perdón. Lo más grotesco es que no estaba pidiendo perdón sino diciendo «yo, sigo». No creo que le interesara nuestro perdón lo más mínimo. Desde Fernando VII, por situarnos en la historia contemporánea, yo creo que un perdón de verdad no nos lo ha pedido nadie. Eso se nota. Yo he pedido perdón muchas veces en la vida y vosotros y vosotras, amigos y amigas españoles y españolas, también lo habéis hecho. Y cuando uno pide perdón sabe que para que esa petición sea auténtica exige un cambio. Pero estamos en una encrucijada tan perversa como en cierto modo cómica. El principal valedor del perdón de Sánchez, el que hace que la falsa petición de perdón de Sánchez cuele, es Santiago Abascal. Y Sánchez lo sabe muy bien. Si tan perjudicial es Sánchez para España, querido Abascal, España te pide el máximo sacrificio heroico: desaparece. Pero Abascal no se va a autodisolver. Abascal no ama tanto a España, como dice él, como para sacrificarse políticamente. Mientras Abascal y Vox estén allí, Sánchez lo colará todo, hasta ese perdón del otro día.
Por eso, hermanos y hermanas, elegid una buena playa, una buena piscina municipal o el pueblo de vuestros abuelos y pensad solo en eso. Los clásicos de la literatura son un auxilio espiritual: un Tolstoi, un Cervantes, un Proust. Un Kafka mejor que no, porque os recordará que España ya es un país kafkiano. O podéis divorciaros. Un buen divorcio te quita toda preocupación política. O despediros del trabajo. O cambiaros de casa. Pero por favor, no os toméis la política española en serio porque os volveréis locos como Don Quijote. Antes los políticos se corrompían por mucha pasta. Ahora es que lo hacen por cuatro perras. Se nota la crisis. Es para morirse de risa corromperse por medio kilo, que solo da para comprarte un piso a cincuenta kilómetros de Madrid y de cincuenta metros cuadrados. Más que trágico, todo esto sigue siendo cutre. Porque lo de meter dos votos sin que nadie te vea en la urna de las primarias del PSOE es cutre, lo de la prostituta rumana es cutre. La gente como ya no lee 'Luces de Bohemia' de Valle-Inclán no sabe que esto que nos pasa es un eterno retorno del esperpento hispánico. No salimos de Valle-Inclán y de Luis García Berlanga, dios los tenga en su gloria.
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