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Sí, mereció la pena

EN POCAS PALABRAS ·

Domingo, 27 de marzo 2022, 03:00

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Nikol llegó a Gijón y lo dijo todo con una sonrisa inolvidable. La niña ucraniana de 12 años que entró sola en Moldavia en busca ... de su familia de acogida en Asturias había pasado más de veinte días en un peligroso vacío legal. Su madre Katia, que debía quedarse en Ucrania para cuidar de su familia, trató de salvar a su hija de los bombardeos rusos enviándola al lugar más seguro que conocía: con su amiga Paula Parrondo, que durante los veranos acogía a su niña en su casa como una hija más. Pero ni siquiera pudo conseguirle un pasaporte. En mitad de la guerra, la pequeña salió de su país con un certificado de nacimiento que no le sirvió de nada en cuanto cruzó la frontera. El destino de una menor sin papeles era quedarse en manos de los sobrepasados servicios sociales moldavos, incapaces de atender el aluvión de refugiados que han recibido durante el último mes, o peor aún, de las mafias que hacen negocio con la tragedia. Fue su familia gijonesa la que consiguió una casa de acogida en Moldavia y acudió a EL COMERCIO para que la historia de Nikol no acabara tapada por la diaria sucesión de horrores en Ucrania. Las palabras de Paula conmovieron a políticos de todo signo que hicieron suya una causa que otros muchos daban por perdida.

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