Merkel
El euro da confianza y los billetes deberían llevar la cara de esta señora
No sé qué me pasa últimamente, debo de andar debilucho, quizás bajo de glóbulos rojos y gualdas; el caso es que hace unos días me ... enteré del retiro de Angela Merkel de la política activa, y mira qué cosas, sentí pena. Me da que hemos perdido una rara avis, una inusual especie de patriota europea. Angela Merkel nos ha guiado por nuestro camino comunitario desde el año 2005, es decir más de quince años, que son casi tantos como los que llevamos con los euros en nuestros bolsillos. La moneda única entró en vigor en el 2002, así que casi todo este tiempo 'en euros' ha sido con Ms Merkel al mando. A veces pienso en qué hubiera pasado si hubiéramos seguido con nuestras pesetas, cuánto valdrían éstas tras los últimos tiempos de crisis, inestabilidad y demás calamidades, y me entra mucho frío. Papeles para forrar libros, como se suele decir. El Euro, o el 'pavo', como ahora se le da en llamar en el argot de la calle, da confianza, y debería llevar la cara de esta señora en los billetes.
Para mí, Angela Merkel ha venido a ser una especie de dique ante la marea de políticos de todo pelaje que han dirigido el cotarro en las últimas décadas en el mundo y en Europa. Algunos de ellos, de lo más estrambótico o exuberante, por no decir directamente impresentable. Para el recuerdo, la famosa foto clavándole la mirada a un Trump chulo y desafiante en la cumbre del G-7, mientras los demás líderes mundiales parecían estar K.O. Y no sólo con Trump, también se las tuvo tiesas, con su talante sosegado, con otros chicos duros del barrio: Putin, Kim Jong, Bolsonaro… Merkel ha sido nuestro faro ante tipos que nos han tenido con la mosca detrás de la oreja, o directamente preocupados, por decirlo finamente. En Europa, a la pobre se le acumulaba el trabajo: la batidora italiana con las extravagancias de Berlusconi, Renzi, Conte; los temibles griegos Tsipras y Varoufakis; el desconcertante Sarkozy, y sus postreros Hollande y Macron, chisgarabís asalta alcobas el uno y escurridizo yo-no-fui el otro. Por no hablar de los brits y su portazo: el nefasto Cameron, lumbrera del gran lío del 'Brexit', su sucesora, la gris y robótica Mrs. May, o el caótico Johnson y su cómica cabellera, tan alocada como su vida personal y sus decisiones patrias. De los de aquí, como ya nos conocemos todos, me ahorro entrar en detalles, aunque los últimos quince años darían para una buena parrafada. El caso es que casi todos ellos, los de aquí y los de allá, son ya pasado, y probablemente dirían que se encontraron frente a ellos a una loba con piel de oveja, a una mujer de armas tomar. Ante todo este ir y venir de líderes de quita y pon ansiosos de marear a la vieja perdiz europea, y cansada ésta de volar bajo en el punto de mira de tantos rifles emergentes, hemos disfrutado al menos de una francotiradora eficaz, alguien con determinación, agallas y puntería. Airbags frontales y laterales, ABS y alarma antirrobo, con precisión y fiabilidad alemana. Y encima, fue austera en su vida privada, o al menos lo aparentó, lo cual es muy de agradecer. La vimos descansando en una hamaca normal de un hotel normal en sus vacaciones normales, como todo el mundo. La del dinero, en un modesto hotel, y nuestro presidente, endeudando el país hasta las cejas, y en palacios a cuerpo de rey, presumiendo, gustándose, posando, y en aviones a medida. Qué paradoja. Paisanos los unos, y pufistas los otros.
Bien pensado, quizás mi pena tenga también un trasfondo maternal. Es más, estoy seguro de que si el retirado fuera un hombre, aunque tuviera los mismos méritos y aciertos que doña Angela, me daría menos lástima su ausencia, y una menor sensación de desamparo. Puede que sea una chorrada, pero el hecho de ser una mujer madura y de apariencia afable, unido a su aparente fortaleza de ánimo, daban una sensación de confianza y seguridad parecida a la que pueda dar una madre. Mitad paciencia, mitad firmeza. Calor materno. Y tras ella, la poderosa bandera alemana, claro, que no es igual que la de Andorra, por poner un ejemplo. Por otra parte, acostumbrados a sufrir por estos lugares a algunas de nuestras políticas tan 'fashion', tan guais, tan frescas, jóvenes y prometedoras de no sé qué, y tan habituados a tanto taconazo y 'Vanity Fair' en portada, pues esta Angela me resultaba eso, angelical. Después de tanta frivolidad, conjuntos de marca y fondos de armario infinitos, bronceados tizoneros tipo Lagarde y demás tontería a izquierda y derecha, el aura de Ms Merkel se me hace como la de un buen vino. Eso sí, menos mal que su recorrido en la política empezó en Alemania, porque en nuestros partidos españoles, con esas pintas, no hubiera hecho carrera ni de coña. Y en Ciudadanos, visto el nivel, ni la puerta le abren.
En fin, Ms Merkel, que le deseamos lo mejor, y sentimos que se vaya. Nos ha salido usted mucho mejor que los tan temidos y a la vez añorados hombres de negro europeos. Quien venga detrás, va a encontrar el listón muy alto. Ya no habrá más 'Angie', y encima se nos ha ido uno de sus trovadores, el inmortal Charlie Watts. Qué gran faena. Pero bueno, al menos los vecinos de su comunidad, allá donde se vaya a descansar, han ganado una gran jefa de escalera. Esperamos ansiosos sus memorias, en las que tendrá mucho que contar. Anímese.
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