El orgullo de un país libre
El interés de millones de ciudadanos por votar es el mejor exponente de la vitalidad de nuestra democracia
Domingo de elecciones generales, donde votar es un derecho y un ejercicio cargado de responsabilidad para 37,4 millones de españoles convocados a las urnas. ... Día por antonomasia de los ciudadanos que tienen con el sufragio la posibilidad de decidir los destinos de España. La participación popular vivifica, una vez más, el artículo 1º de la Constitución, «la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado». Es tan importante esa definición, a partir de la cual se ordena la convivencia común, que merece la pena cualquier esfuerzo individual para participar en la decisión colectiva. La fecha elegida para las elecciones, coincidente con el periodo vacacional, obligó a hacer un uso intensivo del voto por correo. Las dificultades quedaron superadas gracias al interés de los electores y la profesionalidad de los empleados del servicio de Correos. Los españoles acuden a las urnas con el sentimiento de orgullo de formar parte de una de las veinticinco democracias mejor valoradas del mundo, que tiene uno de los sistemas de procesamiento del voto y transmisión de resultados más rápido y eficaz que existe. Una vez más la participación se realiza en un clima de absoluta libertad, pudiendo elegir entre una amplia pluralidad de opciones y tras una campaña en que se han podido difundir ideas, programas y críticas sin limitación alguna.
Como siempre, el resultado, a priori, es una incógnita que puede oscilar entre la mayoría absoluta de una candidatura al bloqueo entre fuerzas antagonistas que acabe llevando a una nueva convocatoria electoral. Es responsabilidad de los partidos políticos gestionar cualquier resultado salido de las urnas; los ciudadanos ya cumplen con su misión al elegir a los representantes. En la última década, con la fragmentación del abanico parlamentario, se hizo más trabajoso la llegada de los acuerdos; dos legislaturas se agotaron sin investir un presidente. No creamos que son dificultades propias de España ni derivadas de la idiosincrasia de nuestras fuerzas políticas. Situaciones similares, o aún más chocantes, se producen año tras año en países de la Unión Europea. Las grietas en las instituciones y las protestas contra los políticos elegidos son recurrentes. Dos de los tres países más poblados de la Unión Europea, firmantes de la Carta de Roma, como son Francia e Italia, constituyen un ejemplo. En Francia, en las elecciones de 2017, los dos partidos que estructuraron la V República (Socialista y Republicano) quedaron eliminados en la primera vuelta. En Italia, en 2018, el Movimiento 5 Estrellas y, en 2022, los Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, se hicieron con el poder desde coordenadas opuestas a los principios del sistema político. Más llamativo es lo sucedido hace cuatro meses en Países Bajos, donde el recién creado Movimiento Campesino Ciudadano, ganó las elecciones provinciales y se hizo con la mayoría en el Senado. Con seguridad, los candidatos que hoy elijamos están llamados a moverse en situaciones complejas.
Mientras elegimos diputados nacionales y senadores, en Asturias ya hay acuerdo para formar Gobierno de coalición en el Principado, entre el PSOE y Convocatoria por Asturias (marca electoral de IU). Los partidos que ya gobernaron unidos siete años en la primera década del siglo. En el programa de gobierno está crear una red educativa pública de cero a tres años, ampliar el parque de vivienda pública, reducir la burocracia o potenciar la llingua. El socio minoritario estará al frente de una macroconsejería formada por Ordenación del Territorio, Urbanismo, Vivienda y Derechos Ciudadanos que concentrará algunas competencias que ahora están en Medio Rural, Derechos Sociales y Presidencia. Entre los dos grupos suman veintidós diputados, faltándoles un escaño para la mayoría absoluta, así que en algunas votaciones precisarán del apoyo de un diputado del Grupo Mixto. Alcanzado el acuerdo y garantizada la viabilidad parlamentaria, solo falta que nombrados los consejeros se pongan a gobernar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión